investigación

Ocupación como proceso subjetivante: experiencias de mujeres rurales vinculadas con organizaciones sociales1

Recibido: 17 de agosto 2021 • Enviado para modificación: 6 de noviembre 2022 • Aceptado: 11 de mayo 2022

Álvarez-Naranjo, P. V., Barbosa-Velandia, Y. C. y Colmenares-Pinto, Y. V. (2022). Ocupación como proceso subjetivante: experiencias de mujeres rurales vinculadas con organizaciones sociales. Revista Ocupación Humana, 22(2), 188-201. https://doi.org/10.25214/25907816.1185

A ocupação como um processo subjetivizador: experiências de mulheres rurais ligadas a organizações sociais

Occupation as a subjectivizing process: experiences of rural women linked to social organizations

Paola Valentina Álvarez Naranjo 2

Yeimmy Carolina Barbosa Velandia3

Yisel Vanessa Colmenares Pinto4

1. Artículo derivado de la investigación “La ocupación como proceso subjetivante: las voces de mujeres rurales pertenecientes a organizaciones sociales en Caldas y Boyacá, Colombia” elaborada por las autoras como trabajo de grado para optar al título de terapeutas ocupacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Fue dirigida por la profesora Nidya Alejandra Jiménez Moreno.

2. Terapeuta ocupacional. Subred Integrada de Servicios de Salud Sur E.S.E. Bogotá, Colombia. pvalvarezn@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0002-1171-4100

3. Terapeuta ocupacional. Secretaría de Educación Municipal de Chía. Chía, Cundinamarca, Colombia.

ycbarbosav@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0002-0211-6432

4. Terapeuta ocupacional. Clínica Montserrat. Bogotá, Colombia. yvcolmenaresp@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0002-0881-2383

Resumen

La investigación tuvo como propósito comprender el aporte de la ocupación al proceso subjetivante de cinco mujeres rurales vinculadas con organizaciones sociales de los departamentos de Caldas y Boyacá, en Colombia. Toma como fundamento teórico lo planteado por el grupo de investigación Ocupación y Realización Humana en el libro Ocupación: sentido, realización y libertad; diálogos en torno al sujeto, la sociedad y el medio ambiente. Se utilizó un diseño metodológico cualitativo en un entorno virtual, con estrategias participativas de interacción, diálogo y vínculo. Los resultados se organizan en dos categorías: ser mujer y hacer cotidiano. Se proponen seis premisas para contribuir a la comprensión del aporte de la ocupación al proceso subjetivante de las mujeres participantes: los haceres significativos reconfiguran lo que se es y desea ser; por medio del hacer el sujeto transforma y trasciende a su propósito de libertad; el sujeto tiene capacidad de decidir sus ocupaciones; la ocupación es una forma de semiotizar formas culturales de ser; la persona se construye en su interacción con el entorno por medio de su actuar ocupacional.

Palabras clave: Terapia Ocupacional, mujer rural, trabajo comunitario

Abstract

The research aimed to understand the contribution of occupation to the subjective process of five rural women involved in social organizations in the Caldas and Boyacá departments in Colombia. It is based on the theoretical foundation of the Occupation and Human Fulfillment research group in its book Ocupación: sentido, realización y libertad; diálogos en torno al sujeto, la sociedad y el medio ambiente (Occupation: meaning, fulfillment and freedom; dialogues around the subject, society, and the environment). A qualitative methodological design was used in a virtual environment, with participatory interaction, dialogue, and linkage strategies. The results are organized in two categories: being a woman and daily doing. Six premises are proposed to contribute to the understanding of occupation as a subjectivizing process of the participating women, as follows: significant doings reconfigure what one is and wishes to be. Through doing, the subject transforms and transcends their purpose of freedom; the subject has the capacity to decide their occupations; occupation is a way of semiotizing cultural ways of being; a person is constructed in their interaction with the environment through their occupational acting.

Keywords: Occupational therapy, rural women, community work

Resumo

O objetivo da pesquisa foi compreender a contribuição da ocupação para o processo subjetivo de cinco mulheres rurais pertencentes às organizações sociais nos departamentos de Caldas e Boyacá, na Colômbia. Esta investigação tem como base teórica as ideias apresentadas pelo grupo de pesquisa Ocupação e Realização Humana no livro Ocupação: significado, realização e liberdade; diálogos sobre o sujeito, a sociedade e o meio ambiente. Um desenho metodológico qualitativo foi utilizado em um ambiente virtual, com estratégias participativas de interação, diálogo e vínculo. Os resultados estão organizados em duas categorias: ser mulher e fazer no cotidiano, o que permite propor seis premissas a fim de contribuir para a compreensão da ocupação como um processo subjetivo das mulheres participantes, tais como: fazer atividades significativas reconfigura o que se é e o que se deseja ser; através do fazer, o sujeito transforma e transcende seu propósito de liberdade; o sujeito tem a capacidade de decidir suas ocupações; a ocupação é uma forma de semiotizar formas culturais de ser; e, por fim, a pessoa se constrói em sua interação com o meio ambiente por meio de suas ações ocupacionais.

Palavras-chave: Terapia ocupacional, mulher rural, trabalho comunitário

5. De acuerdo con Pérez (citado por Suarez y Tobasura, 2008), la ruralidad está compuesta de un conjunto de regiones o territorios en los que la población desarrolla diversas actividades, como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, lo servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de los recursos naturales y el turismo, entre otros.

¿Por qué sembramos?

En el marco de nuestro trabajo de grado para optar al título de terapeutas ocupacionales, nos acercamos a cinco mujeres rurales vinculadas con organizaciones sociales de los departamentos de Boyacá y Caldas, en Colombia. Los aportes de estas mujeres en el desarrollo de proyectos comunitarios, de vivienda, escuelas y proyectos productivos en sus territorios dan cuenta de la importancia de su participación y de su experiencia. Por tanto, este trabajo es una oportunidad para reconocer los esfuerzos y aportes, no solo de las participantes, sino de todas las mujeres que habitan la ruralidad5 y han enfrentado los problemas asociados a la precarización de condiciones de vida en el campo y, además, han visto restringida su libertad y su participación por principios patriarcales que histórica, social, económica y culturalmente las condicionan a roles tradicionales (Galindo, 2010).

Nuestro interés investigativo nos llevó a preguntarnos: ¿cómo aporta la ocupación al proceso subjetivante de las mujeres rurales pertenecientes a organizaciones sociales, desde su participación en trabajos reproductivos, productivos y de participación comunitaria?

Fundamentamos teóricamente esta pregunta y la investigación en los desarrollos del grupo de investigación Ocupación y Realización Humana, plasmados en el libro Ocupación: sentido, realización y libertad; diálogos en torno al sujeto, la sociedad y el medio ambiente (Trujillo et al., 2011), en donde se plantea el concepto de ocupación como proceso subjetivante:

La ocupación humana se entiende como proceso subjetivante, es decir, las múltiples dinámicas a través de las cuales se establece un “yo”, una perspectiva frente al vivir, un modo de percibir, de sentir y de recordar, en otras palabras, la construcción de una corporalidad simbólica, un modo de establecer vínculos entre el “yo”, el cuerpo y los otros. (p. 150)

Así, este concepto comprende que la ocupación es un proceso dinámico que se genera de manera permanente entre la persona, la sociedad, la cultura y la ecología. Además, presenta un valor simbólico que se encarna en la persona como ser social, ya que la manera como se construye un sentido de sí mismo/misma está condicionada por el orden social determinado que adjudica valores, sentidos y significados a las experiencias ocupacionales (Trujillo et al., 2011).

A partir de este referente, nos concentramos en la comprensión del proceso subjetivante desde tres frentes que permiten vislumbrar el ser ocupacional: el trabajo reproductivo, las actividades productivas y la participación comunitaria. El primero es entendido como aquellas actividades y acciones que aseguran el funcionamiento de la sociedad y de la economía a partir de las tareas domésticas. Las actividades productivas, entre tanto, son aquellas por las cuales se obtiene un ingreso económico (Castaño, 2015), es decir, son acciones destinadas a la producción de bienes y servicios que se intercambian y retribuyen (Florencia, 2011). Por último, reconociendo que la vinculación de las mujeres en las organizaciones parte de su interés por la acción social (Ángel et al., 2009), entendemos la participación comunitaria acogiendo lo planteado por Max Weber en torno a la asociación, como “un agrupamiento de individuos conformado por reglamentos establecidos racionalmente [y] orientados a un fin” (citado por Gómez, 2014, p. 14).

Presentamos esta experiencia investigativa bajo la analogía del proceso de siembra –semilla, flor y fruto–, reconociendo una de las expresiones que utilizaron las mujeres participantes para referirse a sus esfuerzos y reflexiones en la ruralidad.

¿Cómo sembramos?

Aventurarnos a hacer un primer acercamiento a la configuración del ser a partir del hacer cotidiano es en sí mismo un diálogo entre subjetividades, de manera que optamos por una metodología de corte cualitativo, bajo un enfoque histórico-hermenéutico a través del diálogo y la narrativa. En este enfoque se reconoce que los sujetos interactúan, significan y reflexionan, como lo expresa Ortiz (2015), “la realidad se construye socialmente, no hay por tanto una realidad única, tangible, fragmentable, sobre la que la ciencia pueda converger” (p. 18); desde la hermenéutica se busca comprender antes que explicar.

Debido a la emergencia sanitaria producto de la pandemia por COVID-19, el trabajo de campo de la investigación se llevó a cabo de manera remota, entre los meses de octubre y noviembre de 2020.

¿Con quién sembramos?

Para configurar el grupo de participantes, hicimos un muestreo cualitativo no probabilístico y por conveniencia (Otzen y Manterola, 2017), para lo cual implementamos la estrategia de bola de nieve. Los criterios de participación que se establecieron fueron: mujeres habitantes de la ruralidad, pertenecientes a organizaciones sociales consolidadas, que manifestaran interés por participar y que contaran con acceso a internet y plataformas de comunicación.

Los contactos iniciales fueron con profesionales que habían desarrollado trabajo comunitario con mujeres rurales; posteriormente, con distintas mujeres rurales líderes y participantes de organizaciones, quienes aceptaron hacer parte del equipo o sugirieron a otras participantes. Finalmente, el grupo estuvo integrado por cinco mujeres que han liderado, gestionado y apoyado diferentes procesos para el bienestar de sus comunidades.

Además del trabajo directo con estas cinco mujeres, la investigación implicó el acercamiento a sus asociaciones y a terceros, esto es, familiares y personas de la comunidad que cotidianamente viven su participación desde distintos lugares, como el hogar, la comunidad y el trabajo, por ello, pueden aportar a la comprensión de las otredades que también entran en juego en la configuración del ser en el proceso subjetivante. De esta manera, el grupo de participantes se conformó como se observa en la figura 1.

¿Qué pasos seguimos y qué herramientas usamos para sembrar y cosechar?

La investigación se desarrolló en dos fases: trabajo de campo y análisis. A continuación exponemos, de manera general, cada una de ellas.

Primera fase. En el trabajo de campo se desarrollaron estrategias de intercambio como encuentros virtuales grupales, entrevistas individuales y un foro virtual abierto. También se empleó la técnica de fotovoz. Todas estas actividades estuvieron orientadas a la recolección de información, el intercambio de perspectivas, la reflexión colectiva y la co-construcción. Contamos con guías para las entrevistas y el fotovoz, que inicialmente desarrollamos con el apoyo de una profesional con experiencia en investigación cualitativa y, posteriormente, piloteamos y sometimos a la revisión de pares académicos sugeridos por docentes. Así mismo, para recopilar la información de los encuentros virtuales, utilizamos relatorías y grabaciones autorizadas por las y los participantes.

Realizamos cinco encuentros virtuales grupales, cada uno dividido en tres momentos: momento afectivo, actividad central y momento de retroalimentación. Los temas abordados en estos espacios incluyeron: acuerdos y presentación del proyecto; relación entre el territorio y sus identidades; percepción del ser mujer; y hacer cotidiano.

Con cada mujer participante dialogamos en una entrevista individual semiestructurada en donde se abordó su historia de vida y se indagó sobre sus percepciones del ser mujer. Adicionalmente, realizamos entrevistas individuales a terceros referidos por las participantes, en las que los imaginarios de ser mujer y sus percepciones sobre los haceres de las mujeres vinculadas al proyecto fueron los temas centrales.

La técnica de fotovoz fue utilizada como herramienta para percibir los haceres en la cotidianidad de las mujeres. Esta se define como un proceso en el que las personas, generalmente en una situación de vulnerabilidad, usan fotografías o videos para captar elementos de su ambiente y experiencias cotidianas, para luego compartirlos con otras personas (Yañez-Urbina et al., 2018). Según la “Caja de Herramientas Comunitarias del Centro para la Salud y el Trabajo Comunitario” de la Universidad de Kansas (Centro para la Salud y Desarrollo Comunitario, 2020), esta técnica combina en sus fundamentos la noción de “conciencia crítica” de Paulo Freire.

En cuanto al foro virtual abierto, este fue organizado, liderado y desarrollado por las mismas participantes. El diálogo se centró en el empoderamiento de la mujer rural. En este espacio se compartió con las y los asistentes un material de audio sobre El ser mujer rural en las voces de las mujeres y su red comunitaria, este fue creado con fragmentos de las entrevistas realizadas previamente durante la investigación.

Segunda fase. En esta fase llevamos a cabo el análisis de lo recolectado y vivido durante el proceso, elaboramos algunas conclusiones y socializamos la experiencia7. Una vez organizada la información recolectada con los diferentes instrumentos, construimos una matriz de análisis para categorizarla a través de un proceso de triangulación de datos (Denzin, citado por García et al., 2016) y codificación axial.

Las categorías y subcategorías de dicha matriz fueron emergiendo a partir de los relatos de las participantes, articulados con el referente teórico de la investigación. Estas son: el ser mujer, desde la concepción de las propias mujeres rurales y los grupos de terceros, y el hacer cotidiano, desde los trabajos reproductivos, productivos y de participación comunitaria, los sentidos y significados de los haceres y los factores socioculturales de esos haceres (figura 2).

6. Las iniciales en los cuadros corresponden a una codificación dada a cada participante para conservar su anonimato y respetar su privacidad. Estas se utilizan posteriormente en la citación textual de sus voces.

7. Lo relacionado con la socialización de la experiencia no se desarrolla en este artículo.

Figura 1. Participantes en la investigación

Fuente: elaboración propia6.

Consideraciones éticas

En esta investigación se tuvieron en cuenta consideraciones éticas para el trabajo de enfoque comunitario y la investigación con riesgo mínimo, entre ellas, velar por el bienestar e integridad de las personas participantes por encima de los intereses de la investigación; principios bioéticos de beneficencia, autonomía y confidencialidad; también se contó con el consentimiento informado de las y los participantes durante los encuentros y entrevistas. Dichas consideraciones fueron revisadas y avaladas por el Comité de Ética de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia a través de acta n.º 018-188 del 12 de noviembre de 2020.

¿Que floreció de lo sembrado?

Los diálogos y espacios de encuentro nos dieron la posibilidad de entender que, en la dinámica de la ocupación como proceso subjetivante, las dos categorías principales, ser mujer y hacer cotidiano, se interceptan en los factores socioculturales, como se intenta ilustrar en la figura 3. Así pues, a continuación, mencionamos los resultados más destacados en estas categorías.

Ser mujer

Teniendo en cuenta que el lugar de subjetivación de las mujeres participantes ha estado atravesado por sus experiencias y su participación en distintos escenarios, es importante reconocer el género como categoría que permite explicar la construcción simbólica y sociocultural de hombres y mujeres sobre la base de la diferencia sexual (Hernández, 2006), lo que influye sustancialmente en las maneras de ser, pensar y hacer.

Figura 2. Categorías y subcategorías de análisis de la investigación

Fuente: elaboración propia.

Figura 3. Dinámica de la ocupación como proceso subjetivante

Fuente: elaboración propia.

Factores intrapersonales. Se refieren a las características o cualidades particulares de las participantes y sus historias de vida, sus impulsos internos y aquellos procesos personales que les hacen reconocerse como son. En las narrativas, coinciden en que existe un momento de inflexión que marca un antes y un después en sus vidas. En ese antes se ven “sin gracia”, asumían, por deber, los haceres que tradicionalmente se atribuyen a las mujeres, por tanto, se concentraban en las actividades de mantenimiento del hogar y cuidado de los hijos e hijas. Es decir, sus vivencias como mujeres están inmersas en la adquisición de una identidad femenina marcada por relaciones de poder que estructuran y organizan sus relaciones sociales, sus prácticas y formas de pensar, reforzando sentimientos de sumisión y de poca posibilidad de decisión. A propósito de esto, recordamos el siguiente relato:

Yo siempre le he dicho a una compañerita mía que todo lo que yo pasé en la vida [lo] tengo plasmado en un cuaderno y me gustaría publicar mi historia de vida. Me dice, ¿cómo lo vas a llamar? Le digo, la voy a llamar “La mujer en el espejo”, porque en ese espejo [hay] una mujer que se reflejaba antes sin gracia, sin sentimientos y sin nada. Ahora se refleja una mujer líder, una mamá excelente. (Participante A., comunicación personal, 2020)

Coincidiendo con lo que plantean Bavaud et al. (2018) sobre la violencia de género en la ruralidad, las participantes manifestaron que se veían relegadas a las decisiones de sus esposos y a las presiones que ellos les imponían:

Yo le tenía miedo a mi esposo, y no que eso no, que ya uno era lo que era, problemas tuve muchos. [...] él decía que no los podía dejar solos. (Participante S., comunicación personal, 2020)

Así pues, estas mujeres parecían ejercer o asumir con cierta conflictividad los roles tradicionalmente impuestos para ser, que les hacían autodenominarse con cualidades como las que se mencionan en el primer relato. Como lo refieren Mondaca (2017) y Nussbaum (2012), ser mujer constituye procesos de subjetivación alienante que perpetúan las desigualdades de poder entre hombres y mujeres, producidas en el sistema patriarcal mediante las formas dicotómicas del hacer y la tradición, es decir, la idea de que algo tradicional debe conservarse.

Ahora bien, el momento de inflexión que las mujeres refieren en sus relatos corresponde al trabajo comunitario. Cuentan que esta participación, como se lee en el segundo relato, implicó una transformación de esa persona que veían en el espejo. Miran con orgullo sus hazañas y, sobre todo, sus luchas. Algunos ejemplos de los proyectos que las enorgullecen son los bazares para recoger recursos para niños y niñas, las reuniones con las juntas de acción comunal, las juntanzas para persuadir a otras mujeres para unirse a un proyecto colectivo como Asomujeres8. Al respecto, una de ellas decía lo siguiente:

Para mí, considero importante, primero que todo, el haber luchado, haber trabajado y sacar a mi familia adelante; con sacrificio, pero se puede ir adelante. Y el servicio a la comunidad, o sea, me encanta el servicio a la comunidad (Participante B., comunicación personal, 2020)

Vincularse con un trabajo dispuesto para sus comunidades, más público y abierto, resultó fructífero para desnaturalizar escenarios ocupados tradicionalmente por las mujeres. Les abrió nuevas posibilidades, expandiendo los significados y prácticas de ser mujer, más allá de la distinción biológica. A partir de allí, las participantes se han encontrado con procesos de liberación y sanación que las han llevado a luchar por sus intereses, como lo menciona a continuación una de ellas:

[…] pero yo me puse a pensar en mi vida, y yo no sé, me salió una fuerza y dije: no, yo tengo que luchar por mí. (Participante A., comunicación personal, 2020)

Estas mujeres mencionan que agremiarse y juntarse les permitió ser más empáticas con las vivencias de las otras, cuestionar los roles que les han impuesto y modificar su autovaloración. Estas experiencias situadas dan mayor peso a lo afirmado por Donoso (citado por Ángel et al., 2009) sobre la participación en espacios compartidos, en el sentido que resignifica la identidad de quienes se vinculan y, al mismo tiempo, su rol social.

Factores socioculturales. Como se mencionó, la dimensión del ser en las participantes ha sido permeada por factores socioculturales que, a su vez, definen los espacios de participación. Las construcciones sobre el ser también han estado atravesadas por sus experiencias como habitantes de territorios rurales. Al respecto, coincidiendo con Galindo (2010), estas mujeres afirmaron que existen desigualdades en derechos como la educación, el acceso al trabajo y la participación en otros escenarios, no solo entre hombres y mujeres, también entre los sectores rural y urbano.

En las narrativas se evidencia que, a través del hacer, las participantes han tensionado la esfera privada doméstica al incorporarse en haceres productivos y comunitarios, cuyos espacios de desarrollo siguen en disputa por las barreras, la precarización y las resistencias sociales de un sistema patriarcal en donde la tendencia es el dominio masculino. No obstante, tanto ellas como otras personas participantes destacan la importancia de las mujeres para el desarrollo del campo y la ruralidad:

Ellas tienen la solución de mejorarlo, porque tienen todo. Vuelvo y le reitero, tienen la disciplina, tienen ese empoderamiento, tienen esas ganas de luchar y de sacar adelante lo que nos falta tanto, que es la familia… Ellas tienen esa magia para hacerlo, tienen esa capacidad para poder desarrollar todo eso y yo pienso que... que... de ahí se pueden estructurar muchas cosas para el mejoramiento de un país. (Participante T.Ma., comunicación personal, 2020)

Méndez et al. (2013) plantean que la participación comunitaria de las mujeres rurales se ha dado en dos frentes: las apuestas de acción y las limitaciones a las que se enfrentan. En cuanto a las apuestas de acción, las mujeres aportan a la comunidad compartiendo experiencias y saberes, y denunciando las desigualdades y limitaciones con las que se encuentran cotidianamente. En este sentido, durante la investigación se evidenció que las apuestas de acción de las mujeres participantes no solo son una herramienta para visibilizar las barreras cotidianas con las que se enfrentan, también son una forma de resistir ante las injusticias, de articular esfuerzos para confrontar y cuestionar la realidad y de orientar sus acciones para la dignificación de la vida. Lo anterior se convierte en una característica importante del trabajo comunitario de las mujeres rurales.

Experiencias del hacer cotidiano

Las mujeres participantes nos mostraron, a través de la técnica de fotovoz, actividades que realizan en su cotidianidad desde los trabajos reproductivos, productivos y comunitarios: la siembra y cosecha del café, la transformación de materias primas para elaborar traperos, actividades de cocina y limpieza del hogar, reuniones de las asociaciones a las que pertenecen, entre otras. Refiriéndose a lo que querían transmitir a través de las fotografías, una de ellas mencionó lo siguiente:

Mostrar que las mujeres pueden estar en actividades del hogar, como en el campo, que a veces nos toca trabajar dobles cosas y muchas veces en lo no remunerado no se recibe nada. Hago muchas labores pero no son reconocidas de ninguna forma… Mostrar las grandes cosas que realizamos para el surgimiento de la organización de mujeres, mostrar que a una mujer rural le gusta interactuar, compartir y colaborar a otras mujeres… (Participante S., fotovoz, 2020)

Como en el relato anterior, manifestaron que, como mujeres rurales, se vinculan con actividades de cuidado del hogar (trabajo reproductivo), pero también con actividades productivas y de servicio a la comunidad. Actividades como la agricultura familiar, por ser consideradas como parte del mantenimiento del hogar, son reconocidas como un trabajo sin remuneración.

Las participantes expresaron cómo, a través de las reuniones de planeación, la participación en asociaciones, la creación de proyectos comunitarios como acueductos y escuelas, le han apostado a priorizar a la mujer rural con la intención de transformar los modos de abordar sus haceres en el espacio doméstico, abrir más oportunidades en espacios productivos para la independencia económica y desarrollar procesos en donde puedan empoderarse y decidir sobre sus vidas. Esto ha despertado una conciencia de cómo y en qué ocuparse, por encima de pautas culturales impuestas. Además, reiteraron su deseo de ayudar a otras mujeres que viven en situaciones de violencia de género y exclusión, con lo cual resisten al orden establecido por relaciones de poder que reproducen símbolos, mitos y conceptos sobre lo que es y hace una mujer rural.

Así mismo, las participantes concuerdan en que su vinculación con apuestas comunitarias y de capacitación les ha abierto la posibilidad de transformar la sobrecarga en el hogar, por medio del desarrollo colaborativo de las actividades domésticas. Es decir, ya no se trata del rol sino de la disponibilidad y aptitud que cada miembro del hogar tenga para colaborar. Esto ha sido posible por una trayectoria de pequeños cambios cotidianos, desde tener que levantarse muy temprano a hacer todos los quehaceres hasta llegar a redistribuir tareas; todas mencionaron que, cuando sus familias ven sus esfuerzos, se sensibilizan y contribuyen en estas labores.

Finalmente, las participantes resaltan que desde escenarios retadores se han gestado proyectos comunitarios y de resistencia construidos colectivamente en pro de todas y todos.

El sentido y significado del hacer. A través de los relatos pudimos reconocer dos elementos que consideramos fundamentales: el primero, el sentido y el significado atravesados por los haceres (trabajo reproductivo y comunitario). Frecuentemente, las mujeres participantes tienen experiencias ocupacionales marcadas por el hacer con, por y para otros, como integrantes de su familia, compañeras de la organización o miembros de la comunidad. Esas experiencias compartidas son las que generan sentido y significado a las ocupaciones que realizan y permiten una transversalización entre lo individual y lo colectivo.

El segundo elemento tiene que ver con los sentidos atribuidos y aprehendidos bajo la propia concepción de los roles que, como mujeres rurales, deberían asumir. En los relatos se destacan haceres productivos, como el cuidado y la limpieza de otras fincas, y reproductivos, como el mantenimiento del hogar, enmarcados en el escenario doméstico y privado.

Sin embargo, a través de la participación comunitaria y, principalmente, la movilización de formas de ser y hacer, han logrado resignificar y transformar los haceres ocupando esferas públicas y privadas. Esto, a su vez, ha contribuido a transformar el imaginario social y a resignificar el rol de la mujer rural desde las prácticas cotidianas. Como lo sostiene Keeber (citado por Barreto, 2014), la visibilización de la mujer debe darse desde los sitios de participación, desde la autogestión y no desde las políticas centralizadas distantes de las realidades.

Este arduo trabajo de visibilización ha dado pie para que las organizaciones de mujeres se fortalezcan. En este sentido, Farah y Pérez (2004) refieren que “la mujer ha tenido mayor visibilización y participación en actividades comunitarias como juntas de acción comunal, promoción social y grupos culturales”(p. 147). Esa participación no solo significa la posibilidad de alzar sus voces y ser escuchadas, sino que las reposiciona desde la perspectiva de otros y la propia.

¿Cuáles frutos surgieron para la comprensión de la ocupación como proceso subjetivante?

Los resultados nos suscitaron distintas discusiones que fueron muestra justa de la integridad e interdependencia del sujeto-ocupación. Por ello, en este apartado presentamos algunas premisas que consideramos pueden contribuir a la comprensión de la ocupación como proceso subjetivante; en estas dialogan las perspectivas del grupo de investigación Ocupación y Realización Humana (Trujillo et al., 2011) y las narrativas de las participantes.

En primera instancia, como se puede apreciar en los resultados, la participación de las mujeres en haceres comunitarios marcó un hito en sus historias de vida y en las formas de concebirse; primero, porque las ha llevado a salir de los espacios privados y a agremiarse para crear desde lo colectivo. Con ello, si bien no niegan los símbolos y prácticas tradicionalmente asociadas a ser mujer, si los amplían y los tensionan al involucrar otros elementos, como la dimensión política del sujeto. El hacer con y para otros se transforma en una herramienta emancipadora y de permanente transformación, como lo mencionan Rubio y Sanabria (2011), “entre ese quién soy y ese quién quiero ser, hay un espacio que buscamos trascender permanentemente a través del hacer” (p. 84).

Es decir, la ocupación es histórica, no solo configura constantemente lo que somos, sino que tiene el poder de generar hitos, momentos de inflexión y de transformación, como se expresa en el relato de la participante A.:

[...] porque en ese espejo una mujer que se reflejaba antes sin gracia, sin sentimientos y sin nada, ahora se refleja una mujer líder, una mamá excelente, me convertí en una amiga para ellos… las personas que se han ido vinculando a mi vida me han ayudado mucho y han sido significativas en mi vida, porque mi autoestima se subió. (Participante A., comunicación personal, 2020)

Justamente, la siguiente premisa tiene que ver con la permanente búsqueda de libertad por medio del hacer, ya que las mujeres construyen su relato de vida, dotan de sentido y significado sus experiencias y trascienden a través de ellas saliendo de las estructuras patriarcales. Lo anterior se evidencia cuando empiezan a cuestionar, visibilizar y reflexionar sobre su hacer cotidiano y las características del trabajo reproductivo y productivo en los entornos rurales; esas resistencias y constantes reflexiones, por medio de la ocupación, llevan a una búsqueda de libertad, emancipación y conciencia de sus propios derechos.

Entonces, pensar en la ocupación como proceso subjetivante significa pensar en la transformación constante entre el ser y el hacer, reconociendo el ser activo y su capacidad de elección, ya que los haceres están impregnados de valores socioculturales que la persona direcciona de acuerdo con su propio propósito de libertad. Sin embargo, no desconocemos que las mujeres se encuentran sumergidas en un entorno donde esa capacidad de decisión entra en diálogo o tensión con las condiciones y oportunidades del contexto, las cuales se rigen por relaciones de poder que han buscado perpetuar la dominación masculina.

Desde las apuestas en torno a lo común, que se distinguen dentro de las narrativas de las participantes, rescatamos que la ocupación es movilizadora de nuevos significados socioculturales del hacer; esas movilizaciones se van acentuando en el proyecto de estar e interactuar juntos y juntas. Es decir, el hacer de las mujeres participantes ha generado una movilización de sentires que impacta en la configuración de otros sujetos que hacen parte de la comunidad o de sus familias. Ese reconocimiento de la importancia de la participación de la mujer en espacios comunitarios para transformar los significados socioculturales de ser mujer rural se refleja en el siguiente relato de un líder de la comunidad:

Pienso que la mujer, hoy, como lideresa, ha mostrado toda esa capacidad y se ha ganado unos espacios importantes… o sea, uno ve el crecimiento: se ha preocupado más ahora por estudiar, por capacitarse, por conocer y, obviamente, mientras esos conocimientos le lleguen a ella, pues le van a servir más para poder llegar a las otras personas. (T.Ma., comunicación personal, 2020)

Es decir, las participantes han acogido luchas históricas y políticas de la mujer rural, han transitado y resistido en las realidades y, a su vez, han movilizado nuevos sentidos a través de las relaciones que tejen con otros y otras. Esos nuevos sentidos le apuestan a la libertad de la mujer, a una libertad en la que, según sus relatos, puedan hacer y pensar lo que les genera bienestar y no solo lo impuesto por terceros –esposo, familia, comunidad–, reconociendo el diálogo entre los factores socioculturales y sus perspectivas personales.

En esta producción social de significados se encuentran los territorios subjetivos. Es decir, las ocupaciones que desarrollan las mujeres participantes están cargadas de significación sociocultural; por ello, apropiaron desde su infancia acciones ocupacionales determinadas por el orden social, por ejemplo, los trabajos reproductivos de cuidado y limpieza y el ejercicio de los roles de ama de casa o madre. Así, reproducen símbolos y prácticas hegemónicas de ser mujer, dando continuidad a territorios subjetivos dominantes.

Aun así, reafirmamos que la construcción de subjetividad de las participantes en esta investigación ha estado atravesada por la posibilidad que han tenido de ocupar posiciones en espacios comunitarios, lo que les ha permitido conocer, reconocer, apropiar y rechazar ciertas subjetividades a partir de las variadas perspectivas que tienen sobre la realidad. Además, estas posibilidades de participación han ampliado sus perspectivas y sus gamas ocupacionales, generando nuevos territorios subjetivos, nuevas formas de concebirse y nuevas oportunidades para ser, hacer y llegar a ser (Spencer, citado por Méndez, 2011).

Finalmente, dentro de los factores ecológicos se reconocen las temporalidades y espacialidades, es decir, las épocas y los escenarios en los que han transcurrido las vidas de estas mujeres y se han implementado cambios socioculturales. Un ejemplo de ello es cómo en su infancia no tuvieron la posibilidad de sugerir que sus padres o hermanos ayudaran en las labores de la casa; ahora, en su adultez, ellos ocupan tiempo en el desarrollo de labores de limpieza del hogar. En este sentido, es importante decir que las temporalidades y las espacialidades en las cuales ocurren las ocupaciones son dinámicas y se ajustan según las oportunidades de participación dadas por el ambiente; de esta manera, impactan en la subjetividad del ser ocupacional que las desarrolla, es decir, la persona se construye en su interacción con el entorno por medio de su actuar ocupacional.

¿Qué semillas, flores y frutos dejamos sobre la ocupación como proceso subjetivante?

Como semilla, con esta investigación corroboramos que no es posible comprender la ocupación únicamente como un proceso subjetivante, sin interactuar con los procesos sociocultural y ecológico, porque el sujeto y la ocupación son mezcla de múltiples vivencias, significados, posiciones, actores e interrelaciones a lo largo de la vida, por lo que es posible redireccionar y transformar el hacer y sus sentidos. Así lo evidenciamos en los relatos de las mujeres, en el direccionamiento de sus vidas y en los haceres que ejecutaron para alimentar sus propias experiencias.

Por otro lado, a modo de florecimiento, en este proceso comprendimos cómo la ocupación aporta de manera permanente y continua a la construcción de las mujeres en su búsqueda de libertad, sentido y realización, desde la interacción dinámica con procesos socioculturales y ecológicos. Por ello, reconocemos que profundizar en el carácter filosófico de la ocupación es fundamental para alimentar discursos, entender, formar, investigar, cuestionar y sensibilizar sobre la práctica de la Terapia Ocupacional, en búsqueda de acciones más situadas y humanizadas.

Como frutos, las mujeres rurales cosechan el alimento para la transformación. Tenemos la convicción de que los hallazgos más valiosos de esta investigación se relacionan con reconocer y comprender los aportes de las mujeres en la ruralidad. Ellas no solo llevan con orgullo sus facetas de madres, hermanas y esposas, tensionando las maneras de comprender y ver los roles socialmente asignados; también, como lideresas que en la cotidianidad se forman como gestoras sociales, sacrifican su seguridad persiguiendo cambios para sus comunidades y son perseverantes para invitar a la emancipación a sus compañeras que aún no logran salir de la esfera privada. Por ellas, este trabajo ha valido la pena. ¡Por muchas más cosechas de sueños cumplidos!

8. Asociación de Mujeres de Belalcázar, Caldas.

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Referencias