investigación

Análisis de influencias

de la perspectiva marxista en el paradigma social

de la ocupación

Recibido: 28 de marzo 2022 • Enviado para modificación: 7 de junio 2022 • Aceptado: 17 de octubre 2022

Armijo Castillo, C., Alarcón Parra, I., Cuevas Zhbankova, P., Morrison Jara, R. y Carrasco-Madariaga, J. M. (2023). Análisis de posibles influencias de la perspectiva marxista en el paradigma social de la ocupación . Revista Ocupación Humana, 23(1), 24-40. https://doi.org/10.25214/25907816.1408

Análise de influências da perspetiva marxista

no paradigma social da ocupação

Analysis of influences of the Marxist perspective

on the social paradigm of occupation

Cristian Armijo Castillo 1

Ivo Alarcón Parra 2

Pavel Cuevas Zhbankova 3

Rodolfo Morrison Jara 4

Jimena Soledad Carrasco-Madariaga 5

1. Terapeuta ocupacional. Magíster en Salud Pública Comunitaria y Desarrollo Local. Universidad Santo Tomás. La Serena, Chile. cristianarmijoca@santotomas.cl ..........https://orcid.org/0000-0002-8153-6776

2. Terapeuta ocupacional. Magíster en Docencia Universitaria. Universidad de las Américas. Santiago de Chile, Chile. ivoalarcon_5@hotmail.com https://orcid.org/0000-0003-1271-9584

3. Terapeuta ocupacional. Ingeniero comercial. Licenciado en Ciencias de la Administración. Universidad San Sebastián, sede Los Leones. Santiago de Chile, Chile. pavel_cuevas@hotmail.com ......https://orcid.org/0000-0002-4696-6818

4. Terapeuta ocupacional. Doctor en Lógica y Filosofía de la Ciencia. Universidad de Chile. Santiago de Chile, Chile. rodolfo.morrison@uchile.cl ......https://orcid.org/0000-0002-2834-1646

5. Terapeuta ocupacional. Doctora en Psicología Social. Universidad Austral de Chile. Valdivia, Chile.

jimenacarrasco@uach.cl https://orcid.org/0000-0002-7073-1592

Resumen

La investigación analizó la influencia de la perspectiva marxista en el paradigma social de la ocupación. Se realizó una investigación bibliográfica narrativa, empleando una metodología cualitativa e interpretativa para analizar los conceptos de sujeto y lo social en tres propuestas ubicadas dentro de dicho paradigma: la teoría de la naturaleza ocupacional del ser Humano de Ann Wilcock, el modelo Kawa de Michael Iwama y la denominada perspectiva político-social de Terapia Ocupacional de Kronenberg, Algado y Pollard, cotejándolas con las mismas concepciones en la perspectiva marxista. Se identifica una influencia de la perspectiva marxista en la construcción de los textos seleccionados y en las concepciones de sujeto y lo social, más clara –y en ocasiones explícita– en las propuestas de Ann Wilcock y Kronenberg, Algado y Pollard. En el caso del modelo Kawa, pudieron reconocerse menos puntos de encuentro, lo que puede atribuirse al influjo de una cosmovisión de Oriente.

Palabras clave: Terapia Ocupacional, marxismo, epistemología

Abstract

The research analyzed the Marxist perspective influence on the social paradigm of occupation. Narrative bibliographic research was carried out, using a qualitative and interpretive methodology to analyze the concepts of the subject and the social in three proposals located within said paradigm: the theory of the occupational nature of the human being by Ann Wilcock, the Kawa model by Michael Iwama and the so called political-social perspective of Occupational Therapy by Kronenberg, Algado and Pollard, comparing them with the same conceptions in the Marxist perspective. An influence of the Marxist perspective is identified in the construction of the selected texts and the conceptions of the subject and the social, more clearly –and sometimes explicitly– in the proposals of Ann Wilcock and Kronenberg, Algado and Pollard. In the case of the Kawa model, fewer meeting points could be recognized, which can be attributed to the influence of a worldview from the East.

Keywords: Occupational Therapy, Marxism, epistemology

Resumo

A pesquisa analisou a influência da perspectiva marxista no paradigma social da ocupação. Foi realizada uma pesquisa bibliográfica narrativa, utilizando uma metodologia qualitativa e interpretativa para analisar os conceitos de sujeito e de social em três propostas situadas dentro do referido paradigma: a teoria da natureza ocupacional do ser humano, de Ann Wilcock, o modelo Kawa, de Michael Iwama e a chamada perspectiva político-social da Terapia Ocupacional, de Kronenberg, Algado e Pollard, comparando-as com as mesmas concepções na perspectiva marxista. Identifica-se uma influência da perspectiva marxista na construção dos textos selecionados e nas concepções do sujeito e do social, de forma mais clara – e às vezes explícita – nas propostas de Ann Wilcock e Kronenberg, Algado e Pollard. No caso do modelo Kawa, menos pontos de encontro puderam ser reconhecidos, o que pode ser atribuído à influência de uma cosmovisão oriental.

Palavras-chave: Terapia Ocupacional, marxismo, epistemologia

6. Se trata de un trabajo realizado como seminario de título para optar a la Licenciatura en Ciencia de la Ocupación por la Universidad Austral de Chile.

7. “El marxismo entiende por ser social la relación material de los hombres con la naturaleza en el proceso de producción de bienes materiales y las relaciones (en la sociedad dividida en clases, las relaciones clasistas) que los hombres contraen en el curso del mismo” (Frolov, 1984, p. 389).

8. Desde una perspectiva maxista, entendemos a la Terapia Ocupacional como ciencia partir de lo señalado por Gasper (2015), es decir, como un proceso dialéctico en el sentido en que sus métodos y sus conceptos, así como sus teorías, se desarrollan todo el tiempo en una interacción dinámica entre sí y con el mundo material, permitiendo que emerjan progresivamente descripciones más adecuadas de la realidad. Además, consideramos a la ciencia como una acción humana y social donde los saberes se articulan en un contexto histórico determinado y no de forma lineal y ahistórica, como lo ha propuesto el neopositivismo (Marcos, 2010) .

Introducción

La investigación de la cual se deriva este artículo corresponde a una práctica sistematizada6 que buscó interpretar aspectos no explícitos de las consideraciones teóricas concernientes al campo de estudio de la Terapia Ocupacional y la Ciencia de la Ocupación. Así, nos propusimos realizar un ejercicio interpretativo alrededor de posibles influencias de la perspectiva marxista sobre algunas teorías y propuestas que se enmarcan en el denominado paradigma social de la ocupación (Vidal y Morrison, 2009).

Influencias en la Terapia Ocupacional

Dentro de las diversas fuentes de pensamiento y bases epistemológicas que han influenciado a la Terapia Ocupacional a lo largo de su desarrollo histórico se destaca el pensamiento de Karl Marx (Barreiro et al., 2020; Galheigo et al., 2018; Lopes et al., 2015; Ramírez y Schliebener, 2009; Shimoguiri y Costa-Rosa, 2017).

Según Moruno y Romero (2003), se han diferenciado dos grandes movimientos que brindaron las ideas conducentes y fundadoras de la Terapia Ocupacional: el tratamiento moral y el movimiento de artes y oficios. El tratamiento moral, que surgió durante los siglos XVIII y XIX en Europa, se enfocaba principalmente en la asistencia de personas con enfermedades mentales con base en la filosofía humanista (Conferencia Nacional de Directores de Escuelas Universitarias de Terapia Ocupacional [CNDEUTO], 2004; Hopkins y Smith, 1998; Kielhofner, 2006). Entre tanto, el movimiento de artes y oficios nació en Gran Bretaña entre mediados del siglo XIX y principios del XX e iba en contracorriente de la incipiente forma de producción mecanizada de la industrialización, reflejo del menoscabo de la labor del trabajador (Moruno y Romero, 2003). Este último enfoque valorizaba la ejecución manual de la artesanía como modo de reformar la sociedad (CNDEUTO, 2004; Hopkins y Smith, 1998; Moruno y Romero, 2003). Si bien ambas corrientes tuvieron una profunda mirada social, el movimiento de artes y oficios se caracterizó por ligar al ser humano, intrínsecamente, con el hacer o, en otras palabras, con el trabajo.

La influencia del pensamiento marxista en el movimiento de artes y oficios se aprecia en los postulados de Moruno y Romero (2003). Estos autores formulan que, en tal movimiento, el ser humano fue concebido como un ser social7 que requiere trabajar para originar bienes y servicios que creen y establezcan su confianza, según su propia naturaleza humana; igualmente, como trabajador en su medio/contexto material. Siguiendo con esta idea, Vidal y Morrison (2009) argumentan que “desde esta concepción marxista del ser humano, es decir, el hombre como ser trabajador, se define su rol como ente natural que debe trabajar en armonía con la naturaleza, plasmando su humanidad en su quehacer” (p. 41).

Es este influjo el punto de partida de la reflexión teórica que este estudio propone profundizar. Consideramos que esta reflexión epistemológica concierne a diversas apreciaciones e implicancias para el desarrollo de la Terapia Ocupacional, contribuyendo a las discusiones acerca del tipo de conocimiento de la Terapia Ocupacional, qué tipo de ciencia es y cuáles son los límites de su área de conocimiento8. Además, al acercarnos a la problematización de las diferentes influencias de pensamiento en la disciplina, tomamos las palabras de Rocha (2008), quien señala que este tipo de análisis “remite también a cuestiones de cuño más filosófico que llevan a pensar qué es el hombre, el mundo, cuáles son los valores de su existencia, de su conocimiento, ya que toda discusión epistemológica se asienta en una discusión filosófica” (p. 19).

Consideramos, adicionalmente, que la problemática enunciada en el párrafo anterior se vincula con una limitación en nuestra construcción teórica respecto a la conceptualización del sujeto y lo social9. Lo anterior, pues en su devenir histórico la Terapia Ocupacional debió adaptarse en función del sistema socio-político-económico imperante, dejando de lado el desarrollo teórico y conceptual (Francisco, 2001; Pinto, 1987; Rocha, 2008; Soares, 1991).

La necesidad de una continua reflexión epistemológica en profundidad para la Terapia Ocupacional se relaciona con “la brecha encontrada con frecuencia entre la explicación teórica y la acción práctica y que dice relación con una ausencia de organización del conocimiento para la disciplina” (Kielhofner, 2004, p. 15). Esta ausencia de organización, a nuestro entender, corresponde también con una carencia de líneas investigativas, lo cual tendría su origen en la subvaloración de perspectivas teóricas que estuvieron siempre presentes en la construcción de la disciplina10.

La brecha entre la explicación teórica y la necesidad de generar nuevas líneas investigativas nos conduce a ampliar la visión y la valoración de cómo entendemos al sujeto y lo social. Consideramos que estos conceptos hacen parte de los pilares de la Terapia Ocupacional, abocada como disciplina a entender y estudiar las ocupaciones humanas y cómo estas se relacionan con diversos estados de salud, con el desarrollo social, con la justicia, entre muchos otros aspectos. Esta amalgama abarca concepciones, desde lo biológico a lo social (Rocha, 2008), que determinan cómo se aprecia al individuo en sociedad y cómo finalmente es entendida su posición y su función dentro del proceso de intervención.

Perspectiva marxista

Identificamos la concepción marxista como un cuerpo de pensamiento teórico integral, una teoría de alcance histórico que explica una forma de concebir la realidad, al sujeto y las relaciones sociales. Por consiguiente, se entenderá aquí por perspectiva marxista al conjunto de las primeras descripciones de la realidad postuladas por el filósofo y pensador Karl Marx en cooperación intelectual con Friedrich Engels en la primera mitad del siglo XVIII (Nicolauss, 1971). Estas representaciones fueron principalmente influenciadas por el método dialéctico del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel; los conceptos de clase social y lucha de clases de historiadores y economistas franceses; el pensamiento económico del inglés David Ricardo y del filósofo Ludwig Feuerbach, con su crítica a la filosofía abstracta o intelectual, y, claramente, por los trabajos materialistas de la ilustración, entre otras aproximaciones críticas al sistema capitalista11 (Calves, 1996; Fromm, 1964; Larraín, 2007; Marx, 1971; Marx y Engels, 1958, 1970, 1974; Somoza, 1970).

Desde esta perspectiva, se concibe al sujeto como “individuo humano viviente” (Marx y Engels, 1974, p. 4), organizado de manera corpórea (Marx, 1971; Marx y Engels, 1958), por lo que mantiene una relación íntima con la naturaleza, de la cual él también forma parte; por consiguiente, la persona es un “ser objetivo, natural y sensorial” (Marx, 1971, p. 162). El ser humano, al estar constituido de materia y por la sola razón de vivir, posee “la necesidad de la existencia física” (Marx, 1971, p. 74), debiendo mantener un continuo intercambio con la naturaleza para no morir.

La forma de mantener su vida bajo el influjo de la satisfacción de estas necesidades se denomina trabajo, y es esta forma de producción la que diferencia al ser humano de los animales. Esta actividad vital del sujeto le confiere conciencia (Marx, 1971; Marx y Engels, 1974). Por ende, es la interacción material con el mundo o, en palabras de Marx y Engels (1974), “es la vida material la que determina la conciencia” (p. 9). Pero no se trata solamente de la conciencia formada por el trabajo, también lo son las ideas, los pensamientos y todas las representaciones mentales, incluso, la espiritualidad que emerge del contacto con la naturaleza (Marx, 1971; Marx y Engels, 1958, 1974). Llegando aún más lejos, el sujeto manifiesta su vida en la producción, coincidiendo ese ser material con la forma y el modo en que ejerce su actividad vital y determinado, a su vez, por las “condiciones materiales de su producción” (Marx y Engels, 1974, p. 4). El ser humano, entonces, queda conformado como sujeto con espiritualidad y conciencia, las cuales son permitidas, en primera instancia, desde la relación de la producción material humana.

El sujeto es reconocido como individuo, pero “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo” (Marx, 1971, p. 11); realmente, es el acervo de relaciones sociales. Estas son el resultado del modo de producción material, manifestándose previamente “una conexión materialista de los seres humanos entre sí” (Marx, 1971, p. 19). Así, al tiempo que el sujeto logra satisfacer –inicialmente– la necesidad básica, se “manifiesta toda la actividad social” (Marx, 1971, p. 11) y siendo “la vida social esencialmente práctica” (Marx y Engels, 1970, p. 11), “el carácter social es el carácter general del movimiento total” (Marx, 1971, p. 104). Es solo en este flujo que, para el ser humano, su realidad natural se ha transformado en su realidad humana (Marx, 1971). De esta manera, la sociedad es la unión de la “sustancia de hombre y naturaleza” (Marx, 1971, p. 104) y esta unidad consumada es “sociedad humana o humanidad socializada” (Marx y Engels, 1970, p. 11).

En este marco, la humanidad no es estática, es una sociedad en movimiento que se crea y se recrea a sí misma, en cada instante, dentro del proceso de producción (Marx, 1971; Marx y Engels, 1958). En consecuencia, de acuerdo con Marx (1971), la humanidad es considerada histórica, “parte del hombre que actúa” (p. 9), de los sucesos existentes y no se separa de ellos ni por un instante. Las personas son sus premisas, “pero no tomados[as] en un aislamiento y rigidez fantástica, sino en su proceso de desarrollo real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas condiciones” (p. 9), construyendo, gracias a su actividad sensorial, “la base de todo el mundo sensorio tal y como ahora existe” (p. 16). Es a partir de esta acción que surgen y toman forma y sustantividad ideologías y formas de conciencia –como la religión, la moral y la metafísica– y estructuras –como la política, el Estado, el derecho privado, la sociedad civil y la familia–, que se convierten en instantes del ser humano (Marx, 1971).

Por último, en los planteamientos de Marx se explica que, durante la historia de la humanidad, el ser humano ha logrado satisfacer sus necesidades básicas y hacerse con los medios de producción adquiriendo nuevas necesidades que, al existir, provocan una estructuración distinta de la sociedad. La división del trabajo subyuga unas personas a otras, crea jerarquías en la sociedad y provoca el disfrute de unas pocas, gracias al trabajo de muchas (Marx, 1971).

En síntesis, en este estudio, de acuerdo con la perspectiva marxista adoptada, se define sujeto como ente organizado materialmente, que mantiene una conexión íntima con la naturaleza mediante el trabajo por la necesidad de sobrevivir. Esta forma de interacción crea y recrea su humanidad, confiriéndole, desde una base material, conciencia y toda forma de representaciones mentales, entre las que se incluye la espiritualidad (Marx, 1971; Marx y Engels, 1958, 1970, 1974).

Asimismo, se considera lo social como el conjunto de relaciones sociales, la esencia pura del ser humano como consecuencia de su modo de producción y de la unión originaria del ser humano con la naturaleza. Estas se crean y recrean con el tiempo, siendo históricas desde su aparición bajo procesos empíricamente registrables. Por ende, bajo la acción material se funda y se transforma el mundo material, constituyendo formas de conciencia y estructuras sociales (Marx, 1971; Marx y Engels, 1958, 1970, 1974).

Paradigma social de la ocupación

Propuesto por Vidal y Morrison (2009), el paradigma social de la ocupación es un constructo que agrupa teorías que abordan consideraciones conceptuales basadas en lo social, lo comunitario y lo político. Este paradigma distingue el conocimiento actual de la Terapia Ocupacional y la Ciencia de la Ocupación y reconoce como válidas y novedosas algunas prácticas en torno a lo social que, incluso, no contaban en su momento con reconocimiento social e institucional, como la Terapia Ocupacional comunitaria en Chile (Morrison et al., 2011).

Como ejemplares de dicho paradigma se han distinguido tres, las cuales serán consideradas en esta investigación: la teoría de la naturaleza ocupacional del ser humano de Ann Wilcock, la perspectiva político-social de Terapia Ocupacional de Kronenberg, Algado y Pollard, y el Modelo Kawa de Michael Iwama (Morrison y Vidal, 2012; Morrison et al., 2011; Vidal y Morrison, 2009).

La teoría de la naturaleza ocupacional del ser humano fue propuesta por Ann Wilcock (1998, 2006; Wilcock y Hockins, 2015), una de las científicas ocupacionales más reconocidas en la historia de la disciplina (Valer y Ortega, 2011). Su teoría estableció una relación compleja e inseparable entre la ocupación y la salud, a través de la descripción de eras ocupacionales y factores de riesgo ocupacional. Si bien muchas de sus propuestas han sido ampliamente difundidas y aceptadas por la comunidad de terapeutas ocupacionales y científicas y científicos de la ocupación, algunos de sus fundamentos han sido cuestionados, por ejemplo, desde la perspectiva ontológica de la ocupación (Schliebener, 2015).

Por otra parte, el modelo Kawa (Iwama, 2006) tuvo una repercusión importante debido a que cuestionó los modelos de intervención hegemónicos provenientes del norte global, como el modelo de la ocupación humana y el de desempeño canadiense. Además, se propuso como una alternativa basada en una epistemología no occidental, apelando a la procedencia de su autor, pues Michael Iwama se define como mitad japonés y mitad canadiense. Este modelo ha sido criticado por carecer de una estructura, en comparación con otros de la disciplina. Algunos y algunas autoras consideran que se trata más de una propuesta para mirar un diagnóstico o definir una problemática que para guiar la intervención (Morrison y Vidal, 2012).

Finalmente, Morrison y Vidal (2012) denominaron “perspectiva político-social de Terapia Ocupacional de Kronenberg, Algado y Pollard” a las propuestas de estos tres autores que explicitaron lo político en el contexto anglosajón. Provenientes de diferentes países del Norte global, han realizado acercamientos a prácticas desde el Sur, estableciendo diferentes alianzas (Kronenberg et al., 2007). Sus propuestas han tenido gran aceptación en la comunidad internacional, pero también generaron controversias, principalmente relacionadas con su condición de varones, blancos, liberales, de clase media y del Norte global; críticas de las cuales se han hecho cargo (por ejemplo, en Pollard et al., 2009).

Considerando lo anterior, la investigación tuvo como objetivo analizar la posible influencia de la perspectiva marxista en la construcción teórica de la Terapia Ocupacional y su manifestación en el paradigma social de la ocupación. Se tomaron como base dos constructos teóricos: el sujeto y lo social, los cuales corresponden al campo de estudio y trabajo de la disciplina (Kielhofner, 2004) y han sido abordados dentro de la perspectiva marxista, conforme se expuso previamente12.

La Terapia Ocupacional y la Ciencia de la Ocupación deben nutrirse de una constante reflexión, rescatando diferentes influencias de pensamiento para proyectar e incentivar el replanteamiento de ideas y la construcción teórica.

Metodología

Para alcanzar este objetivo, consideramos pertinente el uso del paradigma cualitativo interpretativo (García et al., 1999; Ruiz, 1999). Respecto al diseño, corresponde a una investigación bibliográfica narrativa (Blanco, 2011).

En función del propósito de la investigación, se seleccionaron de manera no probabilística (Hernández et al., 2010) las tres perspectivas disciplinares y los planteamientos de la perspectiva marxista antes enunciados. Del material disciplinar, se tomaron para el análisis los siguientes:

Los capítulos 2, 5, 6 y 8 de An occupational perspective of health (Wilcock 1998). En estos la autora da a conocer la teoría de la naturaleza ocupacional del ser humano, destaca las influencias de las estructuras políticas, sociales y económicas sobre los individuos y resalta la relación dinámica entre ocupación, salud y bienestar de individuos y sociedades.

Los capítulos 3, 4 y 5 de The Kawa model: culturally relevant occupational therapy (Iwama, 2006). En estos se considera una cosmovisión de Oriente sobre sujeto y comunidad, y se teoriza sobre transculturalidad aplicada a la Terapia Ocupacional.

Por último, los capítulos 1 y 6 de Terapia ocupacional sin fronteras (Kronenberg et al., 2007). Allí los autores plasman los cimientos de los planteamientos teóricos del libro, resaltan la existencia de estratos y desigualdades sociales, e intentan aproximarse a la construcción de los individuos y la sociedad desde una perspectiva política.

Se realizó un análisis de contenido, entendido este como “el conjunto de procedimientos interpretativos de productos comunicativos (mensajes, textos o discursos) que proceden de procesos singulares de comunicación previamente registrados, y que, basados en técnicas de medida, [...] tienen por objeto elaborar y procesar datos relevantes” (Piñuel, 2002, p. 2).

En este proceso, los tres primeros autores de este artículo realizamos la codificación de unidades en contexto, ya que la investigación requería de análisis e interpretación de forma holística. Luego, una fase de categorización según criterios de semejanza, teniendo a priori los constructos de sujeto y lo social (Hernández et al., 2010), a partir de los cuales emergieron subcategorías.

Para producir los resultados, aumentar su fiabilidad y disminuir las divergencias entre investigadores, utilizamos una matriz de análisis y comparación constante. En primer lugar se realizó un análisis de los conceptos de sujeto y lo social en cada perspectiva seleccionada; luego, de estas conceptualizaciones se extrajeron categorías y subcategorías emergentes que se dispusieron de forma ordenada en la matriz.

Posteriormente, utilizamos la matriz para contrastar las concepciones de sujeto y lo social en las tres propuestas dentro del paradigma social de la ocupación con aquellas de la perspectiva marxista, buscando diferencias o similitudes gruesas que permitieran determinar y delimitar algún grado de influencia marxista sobre las primeras. En el análisis, incluimos otros conceptos que resultaron pertinentes.

Aspectos éticos: todos los resguardos éticos exigidos por la Universidad Austral de Chile y la Universidad de Chile fueron tomados en cuenta durante la investigación.

Resultados

Teoría de la naturaleza ocupacional del ser humano

En la elaboración de esta propuesta, Wilcock (1998) enmarca su trabajo en las teorías de la naturaleza humana y la Ciencia Ocupacional (Hocking y Townsend, 2020; Schliebener, 2018). A través de sus reflexiones sobre la política, el ecosistema y la relación del ser humano con su entorno, destaca la influencia de factores externos tales como el modelo económico, las políticas gubernamentales y la cultura occidental en las personas, por medio de las ocupaciones que llevan a cabo. Otro foco importante de su libro An occupational perspective of health es la relación dinámica entre ocupación, salud y bienestar de individuos y sociedades.

Concepción del sujeto. Podemos identificar en la obra de Wilcock algunos postulados de Marx que permiten explicar y entender su visión de sujeto. Coincide con este en conceptualizar a los seres humanos como intrínsecamente naturales y evolutivos en función de su hacer. La autora busca reconocer la importancia y trascendencia de la ocupación en la evolución y construcción del individuo, la sociedad y la salud. Su teoría responde a la idea de que “tenemos una necesidad innata de realizar una ocupación” (Wilcock, 1998, p. 22).

De lo anterior se deduce una concepción material del ser humano y de su hacer, al entender la compleja relación que se genera en la contraposición entre individuo y naturaleza. Reconociendo cómo surge y se desarrolla el ser humano en función de sus necesidades materiales, esta contraposición, desde una visión materialista, se da por medio del trabajo, a través del cual transforma a la naturaleza y a sí mismo. Así, la autora atribuye aquellas características transformadoras a la ocupación, acudiendo a los postulados de Marx sobre el ser humano y su naturaleza para comprender y concebir el devenir histórico en función de la ocupación. Marx (citado en Wilcock, 1998) sugiere que “el hombre, por lo tanto, actúa en su mundo externo, lo transforma, al mismo tiempo que transforma su propia naturaleza” (p. 35).

Tomando esta idea de transformación del ser y la naturaleza, Wilcock (1998) homologa, de cierta forma, la ocupación con el trabajo (como lo plantea Marx) y sostiene que esta tiene:

El potencial de cambiar el mundo o las especies, y que provee el mecanismo para permitir la supervivencia de la gente y la adaptación a las demandas biológicas, sociológicas y medio ambientales. Estos puntos de vista tienen la necesidad de considerar la naturaleza ocupacional de los seres humanos desde una perspectiva sociológica, así como ecológica. (p. 35)

Además, Wilcock (1998) atribuye a la ocupación el “proporcionar a las personas los mecanismos para cumplir las necesidades humanas básicas esenciales para sobrevivir, para adaptarse a los cambios ambientales y para desarrollar y emplear las capacidades genéticas para mantener la salud” (p. 21). En este sentido, la autora identifica que a través de la historia se pueden identificar eras ocupacionales determinadas por el hacer de las personas y que marcan el desarrollo de la humanidad. En general, estas han permitido el desarrollo de los seres humanos y de las sociedades; también, han traído consigo cambios en la salud y el bienestar. Se reconoce entonces a la ocupación como eje en torno al cual se producen, transforman y evolucionan el ser humano –ocupacional e histórico– y las relaciones sociales. En este devenir histórico, plantea Wilcock (1998), el ser humano evolucionó de acuerdo con sus necesidades básicas y, a medida que las satisfacía, fue adquiriendo otras más complejas, determinándose su desarrollo conforme las nuevas formas de producción.

Por consiguiente, se atribuye una herencia marxista a la construcción teórica de Wilcock, con base en la convergencia entre la concepción del ser humano como evolutivo y capaz de transformarse a sí mismo y al entorno en función de su hacer, y la idea de que la naturaleza contiene al sujeto.

Estas concepciones –evolutivas y materialistas– refuerzan los postulados de la autora y dan una base teórica para la Terapia Ocupacional que hace eco de la perspectiva de brindar al sujeto el poder de cambiar, manipular y transformar su ser, su hacer y su entorno, logrando salud y bienestar. Se reconoce de esta forma la ocupación como fuente y requerimiento para la construcción del sujeto y su salud. Concluye Wilcock (1998) que este movimiento constante de transformación determina el hacer, construye al ser y permite al individuo llegar a ser. De la comprensión de la ocupación como toda actividad realizada por las personas y por el nexo entre lo que hacen y quienes realmente son, se deriva que esta les permite convertirse o llegar a ser algo diferente de lo que son en un momento histórico particular.

Concepción de lo social. En este segundo contraste entre la visión de Wilcock y la perspectiva marxista se puede apreciar que la autora reconoce la sociedad como la interacción entre individuos, desarrollo y crecimiento social, que se da en función de las ocupaciones y sus resultados o productos (Wilcock, 1998).

Wilcock (1998) plantea que lo social es producto “de las acciones humanas sobre el medio ambiente. Como la gente participa en una ocupación, el ambiente social y físico es alterado, […] lo que a su vez causa un cambio en el desarrollo de las personas” (p. 35). Para Marx, por su parte, la creación del ser humano por sí mismo es la edificación de la historia, el origen de sí en cuanto individuo y ser social (Marx y Engels, 1974).

La autora identifica que, en la cotidianidad de la cultura occidental, el hacer tiene una importancia relevante, puesto que “la gente con frecuencia se identifica a sí misma y a los demás por lo que hacen, […] es solo por lo que hacen que las personas pueden demostrar lo que son o lo que esperan ser” (Wilcock, 1998, p. 22). Se puede deducir que, en este contexto, las relaciones sociales responden a las complejas interacciones que se dan en la ocupación humana, así como a factores externos relacionados con los procesos de desarrollo político, económico y social de los países. Allí el hacer es sinónimo de producción y adquisición de bienes, lo que permite a las personas escalar en la hermética jerarquía social del sistema económico imperante. De esta manera se genera un tejido social determinado por las opciones y accesos a la participación en una diversidad de ocupaciones condicionadas por el ambiente y por quienes mantienen el poder.

Para Wilcock (1998), la sociedad brinda el medio donde la persona produce y se produce en directa relación con los demás a través de su hacer. La autora destaca que “la acción humana es limitada o determinada por el ambiente pasado y presente, y los seres humanos son el producto y las víctimas de sus sociedades” (p. 34).

Al reconocer a las personas como seres naturalmente ocupacionales, Wilcock asume la ocupación como un medio de interacción con el entorno y con las y los demás, es decir, que el resultado de las ocupaciones humanas es equivalente, en un tiempo y espacio determinados, a la producción del ser en el hacer. De esta manera se objetiva el ser humano ante el ser humano, se reconoce recíprocamente y se relaciona como ser social, en función de la exteriorización, en las ocupaciones humanas.

Así, en la teorización de Ann Wilcock sobre la valoración de lo humano y lo social se identifica una influencia de la perspectiva marxista que repercute en la forma de concebir a las personas, en función de su hacer, como seres ocupacionales capaces de transformarse y de transformar el medio natural según sus necesidades materiales y de relacionándose a través de las ocupaciones y de los productos de estas.

Modelo Kawa

Este modelo es un constructo teórico y conceptual para la práctica de la Terapia Ocupacional que centra su interés en responder a las necesidades culturales pertinentes en cada contexto. Se sustenta en la explicación de lo universal mediante el mito cosmológico de Asia, el cual, de acuerdo con su autor, implica “[al] universo como una sola entidad inseparable, formado por una constelación de materia viva (incluido el ser humano, los animales y flora), la materia inanimada (rocas, el cielo, el mar, arroyo, ramas), deidades y en una unidad totalmente” (Iwama, 2006, p. 38). Dentro de las aportaciones significativas para la intervención, utiliza de forma novedosa la metáfora del flujo de un río que representa la vida y todos los fenómenos que en esta ocurren.

Concepción del sujeto. La cosmovisión oriental de la conducta humana se relaciona con la existencia de diversas deidades, entidades y códigos morales que no responden a una verdad única. De acuerdo con Iwama (2006), “el yo siempre se ve en relación con el contexto de los demás miembros del grupo identificado” (p. 61). Esto nos entrega una concepción del yo, o sujeto, en función de un contexto en el que participan otros y otras; de una cosmovisión, en desmedro de un sujeto individual, en la que nadie se considera superior a otro u otra, sino perteneciente a un conjunto de entidades animadas o inanimadas.

Desde la perspectiva marxista que aquí tomamos, el ser humano está determinado por lo que hace, es decir, la esencia humana radica en el hacer, en trabajar y producir; el trabajo es, entonces, la fuente fundamental de la vida del ser humano y aquello que le convierte en sujeto (Marx y Engels, 1974). Si entendemos que el trabajo entrega un rol determinado en cualquier sociedad humana, es comparable con los planteamientos de Iwama, al momento de decir que los roles están dados por un marco superior o una estructura que asuma ese lugar, por ejemplo, pertenecer a una fábrica. En sus palabras: “más bien, los roles son posiciones de estado o estaciones en marcos particulares que la colectividad o alguien más alto en el sistema que lo representa otorga al individuo” (Iwama, 2006, p. 88). Por ejemplo, el marco superior ligado a una actividad productiva otorgará el rol de trabajador. Tanto en la perspectiva marxista como para el modelo Kawa, lo que convierte al ser humano en sujeto social es una entidad interdependiente de este: para Marx, el trabajo, la interacción social, los medios de producción; para Iwama, las estructuras sociales que lo sustentan y que lo validarán como tal.

Por lo tanto, el ser es sujeto social al momento de interactuar con el trabajo y con la colectividad. En ambas visiones, el sujeto depende de elementos externos para ser tal y son elementos externos los que determinan su rol dentro de la sociedad. Otro punto coincidente es la concepción del ser humano como parte de una estructura (trabajo o producción, para Marx), siendo uno más dentro de un gran conglomerado humano.

Una de las diferencias apreciables es el carácter de evolucionado que poseería el ser humano en la perspectiva marxista, esta característica distintiva no sería relevante en la consideración del sujeto dentro del modelo Kawa. Iwama, (2006) refiere que “los seres humanos no tienen derecho a la superioridad sobre otros animales, e incluso los objetos inanimados se comportan como seres humanos” (p. 62), debido a la concepción heterárquica de la universalidad.

Otra diferencia es la concepción de trascendencia dentro de la cosmología japonesa. La mente, o las conexiones mentales de los pensamientos, forman la trascendencia del humano sobre la existencia material, negando la creencia occidental de dominio de la naturaleza, de la materia o de un ambiente determinado (Iwama, 2006).

La relación marxista en la concepción de sujeto podría aparecer en el rol social o calidad de ser humano que el trabajo, como estructura determinada dentro de una sociedad, le otorga a un sujeto derivado de la actividad productiva que realiza. Además de otorgar esta característica de sujeto, el marxismo propugna que el ser individual no se concibe como tal y que existe siempre en función del trabajo o en interacción con la realidad material.

Otro punto para tener en cuenta es que, si bien el modelo Kawa posiciona al ser humano entendido bajo el mito cosmológico de Asia, al conceptualizarlo como sujeto en la sociedad japonesa actual, lo considera parte de una estructura y determinado por esta. De la misma manera, el marxismo supone al ser humano como dependiente de los medios de producción, que es, finalmente, una estructura.

Considerando las diferencias culturales entre hemisferios, es llamativo develar que a pesar de que la cultura oriental proviene de una cosmovisión centrada en la heterarquía, el sujeto, lo humano, al momento de adoptar esta característica, se encuentra fuertemente determinado por una estructura. Así, en ambas visiones, al momento de abordar en términos prácticos la condición de sujeto, este se encuentra en función de lo estructural dentro de la sociedad.

Concepción de lo social. La posibilidad de una influencia marxista se aprecia en la organización de la sociedad en clases que determinan su funcionamiento y en la importancia de la estructura como determinante de las relaciones sociales en Japón, por ejemplo, la familia. La estructura social es un marco fijo donde se sobreponen las estructuras por sobre sus miembros, esta característica nos entrega un constructo jerarquizado, pero mayormente influenciado por el mito cosmológico de Asia. De acuerdo con Iwama (2006), “en una sociedad de valores colectivos en la que uno es responsable de sus relaciones sociales por encima de una sola verdad o norma moral universal, pertenecer en lugar de hacer se convierte en el ethos social” (p. 52). De esta manera, si bien las estructuras determinan lo social en la cultura japonesa, debido a la cosmología oriental, se tiende a una horizontalidad a nivel general.

Más allá de lo anterior, no se aprecia una mayor influencia de los postulados marxistas en la concepción de lo social; en primera instancia, debido al relativismo que caracteriza las diferentes concepciones de lo social –la moral, la realidad, las interacciones–. La construcción de la sociedad no responde a una sola verdad definida, más bien, a muchas realidades que se interpretan de diferentes formas. Así, nos resulta llamativo, desde nuestra visión occidental, que concepciones sobre la materia se entrelacen con nociones idealistas en la conformación del universo, por ejemplo, al atribuirle espíritu a rocas sagradas u otros elementos inanimados.

A su vez, la importancia que cobra la naturaleza en la cosmovisión japonesa la hace un punto vital para Oriente y en el modelo Kawa. Más allá de un mero contenedor de lo material o una fuente inagotable de elementos materiales de producción, como lo es para Occidente, la naturaleza se considera viva, parte del contexto, indivisible del ser humano. El marxismo, al determinar lo social solo en función de una realidad material ligada a los medios de producción y al trabajo, no se condice con esta perspectiva.

Perspectiva político-social de Terapia Ocupacional de Kronenberg, Algado y Pollard

Esta perspectiva alude a la existencia de desigualdades en las oportunidades y a la naturaleza política de la ocupación. Busca formar y establecer un marco para el análisis político y crítico de situaciones de la vida cotidiana, aportando para ello un “concepto funcional”, el de “apartheid ocupacional” (Kronenberg y Pollard, 2007, p. 59). Busca generar cambios jurídicos y políticos a nivel local para repercutir en la globalidad.

Concepción del sujeto. En la propuesta de Kronenberg et al. (2007), así como en la perspectiva marxista, el sujeto forma su modo de concebir la realidad en contacto con el medio circundante, a través de la ocupación. Los autores aseveran que “las actividades humanas significativas comienzan con la conciencia que se adquiere a través de la práctica y la experiencia en el mundo” (p. 62); esta conciencia formada es un aprendizaje duradero en el tiempo y puede ser modificado mediante la ocupación, en un tiempo y espacio.

Por otro lado, los autores distinguen al ser humano como digno y merecedor de respeto; dotado de moralidad, ética y respeto a los derechos humanos; con una amplia relación y consecuencia en su actuar. En este sentido, “el peso de la responsabilidad de cualquier acto siempre recae en la persona que lo ejerce” (Chomsky, citado por Kronenberg et al., 2006, p. 4). A su vez, sostienen que las condiciones precarias de salud y vida son producto de la “distribución injusta de la tierra, los recursos y el poder en la toma de decisiones” (p. 63) y que lo que las personas pueden realizar “depende de los recursos y oportunidades sociales” (p. 65). Por ello, la dignidad y el respeto vienen a estar condicionadas, al igual que en la perspectiva marxista, por factores del ambiente.

Por ende, de un análisis exhaustivo de ambas perspectivas pueden extraerse la génesis de los conceptos de sujeto y conciencia, así como sus posteriores abstracciones de la realidad, condicionadas por la actividad material del sujeto. Tal actividad, determinada por el medio ambiente, si bien se encuentra influida por las necesidades y los deseos del ser humano, realmente se encarna y es puesta en escena mediante el trabajo (Marx) o la ocupación.

Concepción de lo social. Para Kronenberg et al. (2007), la ocupación se entiende “como un medio de interacción con el entorno y las personas” (p. 5), es la forma en que las personas pueden crear conexiones reales y formar la sociedad, dentro de la cual se produce el aprendizaje y el empoderamiento, y desde donde se crean las estructuras como “el Estado, el gobierno, la administración pública” (p. 69). Al igual que en la perspectiva marxista, estas relaciones y estructuras se dan como consecuencia del trabajo.

El concepto de política, entre tanto, muy enfatizado por los autores, se describe como “la capacidad y el poder de las personas para construir su propio destino” (Kronenberg et al., 2007, p. 67). Se origina desde la fuerza material puesta en acción sobre el medio mediante. La política se genera en el mismo momento que la ocupación humana y la sociedad, pero tiene una etiología distinta, al ser un concepto abstracto para denotar una intención de la ocupación humana. Así, la palabra política, al igual que en la perspectiva marxista, no deja de ser una construcción conceptual abstracta y resultante de la ocupación/trabajo, que cobra su fuerza real desde la acción humana.

Por otra parte, los autores consideran la sociedad como ente histórico. En este sentido, refieren que al aumentar la cantidad de necesidades humanas se multiplica el número de ocupaciones dentro de la globalidad de aspectos vitales y que este crecimiento cualitativo y cuantitativo es producto del avance científico y tecnológico, el cual, a su vez, protege los privilegios e intereses de la clase dominante (Kronenberg et al., 2007).

En relación con lo anterior, plantean el apartheid ocupacional como concepto que necesita ser discutido con la participación política de las personas. Este:

Se basa en la premisa de que algunas personas tienen un valor y un estatus económico y social diferente a otras [...] [creados por] condiciones (sistémicas) establecidas por el entorno, más o menos crónicas, que niegan a las personas marginadas el acceso a la participación en ocupaciones que valoran como significativas y útiles para ellas. (Kronenberg et al., 2007, p. 64)

La historicidad del ser humano y la creación de estructuras sociales desiguales en torno a la ocupación se asemejan a lo presentado por la perspectiva marxista. No obstante, mientras en esta última las relaciones sociales reales en torno al trabajo subyugan al ser humano por el dominio de la propiedad privada, en los postulados de Kronenberg et al. (2007) se realiza mediante las estructuras abstractas y estériles que solo cobran verdadera fuerza mediante la ocupación humana.

Una última similitud entre la perspectiva político-social y la marxista puede advertirse al atribuir a las relaciones creadas por la ocupación, la verdadera riqueza de la sociedad (el verdadero poder político). Es gracias a estos vínculos que se pueden generar cambios concretos en las localidades y en las naciones, toda mutación visible en el medio circundante es posible bajo el contacto práctico con la ocupación, dejando a la sociedad en condiciones de adquirir las capacidades imprescindibles para gozar de las oportunidades creadas.

Reflexiones cruzadas

A través del cotejo realizado fue posible identificar una influencia de la perspectiva marxista en el paradigma social de la ocupación, tanto en la concepción del sujeto como de lo social. Aun así, tal influjo no se profundiza en la mayoría de los textos analizados y pareciese corresponder, más bien, a la tradición del pensamiento occidental en el cual el marxismo ha penetrado, siendo la creación intelectual y teórica de las y los terapeutas ocupacionales parte de esa penetración.

La clara intención de incluir elementos marxistas en la construcción teórica de los textos analizados solo es distinguible en algunos, lo que podría atribuirse a que, en general, persiguen ser modelos para la práctica, no estudios epistemológicos desde una perspectiva dada. En los textos en que la perspectiva marxista se encuentra de forma explícita, hay un claro posicionamiento del autor y la utilización de conceptos desde esta corriente de pensamiento.

Comprender que el sujeto y lo social son construidos desde una base materialista, bajo la acción real dentro de un contexto y en relación con la realización de ocupaciones diarias, reafirma y fortalece el potencial de las ocupaciones que realizan los seres humanos, ya que estas se entienden más allá de su potencial para mejorar la salud, como un medio de enlace, formación y transformación de las personas y de la sociedad, esto es, de creación de la humanidad en su complejidad. La conceptualización del trabajo desde la perspectiva marxista es más amplia que la producción para satisfacer necesidades materiales del individuo y la sociedad, pues plantea una transformación del ser humano a través de la interacción material, que nos da la característica de evolucionados dentro de la naturaleza.

En relación con lo anterior, dentro del paradigma social de la ocupación el término ocupación puede homologarse al de trabajo, debido a que el ser humano es concebido como un ser ocupacional o como un ser que trabaja. Realizando esta actividad, además de crear el sustento de su propia vida, crea su naturaleza, genera su conciencia y concibe a la sociedad y a las superestructuras que la contienen. Así, la ocupación es el punto de convergencia entre individuo y sociedad, por un lado, para el marxismo, será la actividad fundamental de la vida del sujeto; para la Terapia Ocupacional, la condición inherente de la humanidad.

Así también, dentro del paradigma social de la ocupación los conceptos de conciencia, espiritualidad y pensamiento cobran vida y existencia sobre la historia de los individuos, la sociedad y la humanidad, como consecuencia directa de su actuar en el mundo. De esta forma, la más mínima alteración en el ambiente o en el modo de realizar la conexión con la naturaleza material mediante la ocupación repercutirá sobre el constructo social completo de estas abstracciones, por ende, las formas en que se ve, se observa y se vive la realidad se transformarán constantemente, modificando los contextos de intervención o los ambientes donde se desenvuelven las personas con quienes se interviene.

En cuanto a la concepción del sujeto, el análisis nos permitió identificar puntos de encuentro y diferencias entre las propuestas teóricas. En la perspectiva político-social de Kronemberg, Algado y Pollard y la perspectiva ocupacional del ser humano de Ann Wilcock se le reconoce como individuo que necesita actuar en un mundo material para satisfacer distintas necesidades, que se transforma en el hacer; como una unidad que construye su conciencia y su espiritualidad en el actuar sobre el mundo y que va generando nuevos deseos de participación y de transformación del entorno. Corresponde a una construcción corpórea material, pero en relación sinérgica con el medio.

Lo social –o la sociedad–, entre tanto, se conforman como una estructura construida en función de relaciones que provienen del hacer material, al desenvolverse dentro de un entorno, que está determinada por la interacción de los sujetos y que, a su vez, configura estructuras jerarquizadas más complejas que formarán, posteriormente, lo político, lo institucional y lo jurídico. Esto se aprecia en la perspectiva político-social de Kronemberg, Algado y Pollard. Es a esta realidad material a la que, en los modelos, se le denomina ambiente o contexto y que, dependiendo del enfoque, su subdividirá en mayor o menor grado.

Dentro de la perspectiva ocupacional del ser humano de Ann Wilcock se distingue la perspectiva marxista de lo social; por un lado, porque lo social es considerado como un contenedor de la realidad y, por otro, pues se plantea que, en la interacción entre individuo, naturaleza y formas de producción, lo social funciona como estructura que vendrá a entregar o limitar posibilidades al ser humano.

En relación con lo anterior, desde la perspectiva marxista empleada en este estudio, las estructuras generadas por las relaciones de producción social en la historia de la humanidad crean diferencias económicas y políticas que condicionan de alguna forma la vida de toda la sociedad, dando lugar a diversas situaciones de subyugación del individuo a una estructura o conjunto de estructuras superiores, siendo imposible concebirle por fuera de las mismas (Marx, 1971). Esta consideración se aprecia en el concepto de apartheid ocupacional planteado por Kronenberg et al. (2007), entendido como una forma estructural de segregación social.

Finalmente, dentro del corpus analizado, el modelo Kawa resalta por su conceptualización particular del ser humano, derivada del influjo de la herencia cultural e intelectual de Oriente. Dentro de la visión intercultural desde la cual se plantea, Iwama (2006) intenta explicar al ser humano y la naturaleza como parte de una misma esencia, así como la existencia de un dualismo entre cosmovisión y estructura social que resulta en una sociedad fuertemente jerarquizada, que determina al sujeto en los roles que realiza y en la posición que ocupa dentro la misma. De esta manera, si bien el ser humano es considerado de forma distinta, la visión de Oriente lo conceptualiza como dependiente de la interacción con otras entidades, valores y deidades, siendo un Yo descentralizado y en armonía con el contexto.

En cuanto a lo social, el modelo Kawa resalta, entonces, la interacción social determinada por una estructura que condiciona los roles y la posición del individuo en la sociedad. Este proceso de determinación social podría considerarse el único punto coincidente con la perspectiva marxista. Al ser el modelo Kawa el único constructo teórico proveniente de Oriente, la representación y explicación de los conceptos propuestos no condice con otros ubicados dentro del paradigma social de la ocupación, que dan cuenta de la visión occidental del mundo.

Aun con esta divergencias, podemos afirmar que la concepción del sujeto como interrelacionado e inseparable de la sociedad, dentro del paradigma social de la ocupación, cuestiona la visión individualista de la salud y aumenta la tensión epistemológica sobre el tema, en línea con perspectivas de debate actuales tales como el transacionalismo (Cutchin y Dickie, 2013), la filosofía de la ocupación humana (Morrison et al., 2021; Schliebener, 2020), la Terapia Ocupacional o la Ciencia Ocupacional latinoamericana (Correia et al., 2021; Morrison et al., 2017, 2021; Queiroz et al., 2021), entre otras.

A manera de cierre

Nos sumergirnos en las ideas, los cuestionamientos y las inquietudes con la intención de aportar a la reflexión y las discusiones en torno a las diferentes perspectivas que han construido a la Terapia Ocupacional y la Ciencia Ocupacional. No pretendemos establecer líneas investigativas ni plantear un camino para la construcción teórica para la disciplina, lo aquí expuesto solo es un acercamiento preliminar y una invitación para analizar las distintas perspectivas teóricas presentes. Comprendemos nuestra investigación como parte inicial de un proceso extenso que se sigue construyendo y que se sustenta en el pensamiento y la reflexión.

Si bien creemos importante destacar aspectos teóricos y epistemológicos dentro de la Terapia Ocupacional y la Ciencia Ocupacional, consideramos que puede ser una limitación de este estudio el posicionarnos dentro de una corriente paradigmática determinada, situada en una época específica. Con ello se puede correr el riesgo de realizar un recorte histórico sin alcances transversales.

Por otra parte, reconocemos nuestra falta de familiaridad con los conceptos y las perspectivas marxistas, lo que dificultó nuestro entendimiento de un constructo teórico complejo. Así mismo, la escasa bibliografía de la que dispusimos respecto a la relación teórica entre marxismo y Terapia Ocupacional. En este sentido, sería interesante expandir el análisis a la producción latinoamericana. Por ejemplo, en Brasil existen diferentes análisis que han tomado al marxismo como fundamento relevante para la práctica de la Terapia Ocupacional (Barreiro et a., 2020; Galheigo, et al., 2018; Lopes, et al., 2015; Shimoguiri y Costa-Rosa, 2017).

Esperamos que este artículo contribuya al debate y genere nuevas interrogantes para investigaciones futuras.

Financiamiento: Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Austral de Chile y Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación de la Universidad de Chile.

Contribución de los autores y la autora: Cristian, Ivo y Pavel realizaron la revisión bibliográfica, seleccionaron el corpus, realizaron el análisis y redactaron la primera versión del artículo. Rodolfo realizó aportes teóricos, editó, revisó y propuso una versión final del manuscrito. Jimena dirigió la investigación, realizó aportes metodológicos y revisó la primera versión del escrito. Todos los autores aprobaron la versión final del artículo.

9. La forma en que se han abordado estos conceptos nos hizo pensar en la perspectiva marxista para su abordaje. Si bien estamos conscientes de que los conceptos de sujeto y sociedad no son centrales ni únicos en la propuesta marxista, en esta reflexión los emplearemos para dar soporte al argumento central.

10.Un ejemplo de esto es el trabajo que han realizado diferentes autores y autoras por el rescate del pragmatismo clásico y su influencia en la profesión, buscando una integración en la dicotomía práctica-teoría (ver Morrison, 2017, 2021).

11.El capitalismo es comprendido como: “un sistema de producción de mercancías. En él, los productores no se limitan a producir para sus propias necesidades o para las necesidades de los individuos con quienes están en contacto personal” (Giddens y Duch, 1994, p. 1). Este sistema sería inmanentemente injusto, ya que las clases proletarias serían explotadas por la burguesía como mano de obra. Como recompensa, tienen un salario con el que consumen los productos que ellas mismas producen (Giddens y Duch, 1994).

12. En nuestro equipo de investigación, hay quienes consideramos que realizar un análisis desde el marxismo es coherente con algunos de los fundamentos de la profesión. Al mismo tiempo, coincidimos en que es este un ejercicio interpretativo de análisis, no una verdad objetiva.

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Referencias