investigación

Experiencia con comunidades del Pacífico colombiano inmersas en el conflicto armado: una propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas1

Recibido: 11 de enero de 2024 • Enviado para modificaciones: 2 de mayo de 2024 • Aceptado: 15 de octubre de 2024

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A. (2025). Experiencia con comunidades del Pacífico colombiano inmersas en el conflicto armado: una propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas. Revista Ocupación Humana, 25(1), 9-25. https://doi.org/10.25214/25907816.1728

Experiência com comunidades do Pacífico colombiano imersas no conflito armado: uma proposta para a compreensão das ocupações coletivas

Experience with communities from the Colombian Pacific Region living in the midst of the armed conflict: A proposal to understand collective occupations

Kelly Tatiana Cetina Matallana 2

Carlos Julio Rivera Caballero 3

Paula Andrea Rodríguez Sotelo 4

1. Este artículo se deriva del trabajo de grado titulado “Ocupaciones colectivas como aporte para la paz: diálogo de saberes y haceres con comunidades del Pacífico colombiano” (Cetina et al., 2017), elaborado por las autoras y el autor para optar al título de terapeutas ocupacionales de la Universidad Nacional Colombia, bajo la dirección de la profesora Lida Pérez Acevedo (in memoriam).

2. Terapeuta ocupacional. Magíster en Salud Pública. Docente, Universidad Manuela Beltrán. Bogotá, Colombia.

tatiscetinam@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-9226-7623

3. Terapeuta ocupacional. Estudiante, Maestría en Neurociencias, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia.

ex-cjrivera@javeriana.edu.co

https://orcid.org/0000-0002-1670-0787

4. Terapeuta ocupacional. Magíster en Salud Pública. Funcionaria administrativa, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Colombia.

parodriguezs@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0003-3922-774X

Resumen

Esta investigación es una construcción conjunta de conocimiento con comunidades del Pacífico colombiano, invisibilizadas históricamente por la matriz moderna occidental y que tienen saberes y experiencias en ocupaciones colectivas, concepto emergente en Colombia. Se desarrolló un proceso de investigación acción participativa con cuatro colectivos de Quibdó, en el departamento del Chocó, y de los caseríos de Vidrí y Vegaez, en límites entre los departamentos de Antioquia y Chocó, con el fin de dinamizar aproximaciones teóricas y vivenciales para acercarse a una comprensión de las ocupaciones colectivas, vistas como un insumo para la paz. La propuesta de comprensión se estructura alrededor de cuatro categorías emergentes: sentido de dignidad y resistencia, cultura, territorio, ideología y hacer cooperativo. Las ocupaciones colectivas son un proceso que se vive y se dinamiza de forma particular en cada comunidad, pueden surgir de múltiples posibilidades y aportan a la transformación social y a la construcción de paz desde la cotidianidad.

Palabras clave: redes comunitarias, investigación participativa basada en la comunidad, conflictos armados, Terapia Ocupacional

Abstract

This research is a joint construction of knowledge with communities from the Colombian Pacific Region, historically invisibilized by the modern Western matrix, who possess knowledge and experiences in collective occupations, an emerging concept in Colombia. A participatory action research process was developed with four groups from Quibdó, in the department of Chocó, and from the villages of Vidrí and Vegaez, on the border between the departments of Antioquia and Chocó, to dynamize theoretical and experiential approaches to understanding collective occupations, seen as an input for peace. The proposed understanding is structured around four emerging categories: sense of dignity and resistance, culture, territory, ideology and cooperative doing. Collective occupations are a process that is experienced and dynamized in a particular way in each community; they can arise from multiple possibilities and contribute to social transformation and peacebuilding from everyday life.

Keywords: community networks, community-based participatory research, armed conflicts, Occupational Therapy

Resumo

Esta pesquisa é uma construção conjunta de conhecimento com comunidades do Pacífico colombiano, historicamente invisibilizadas pela matriz moderna ocidental e que possuem saberes e experiências em ocupações coletivas, um conceito emergente na Colômbia. Foi desenvolvido um processo de pesquisa-ação participativa com quatro coletivos de Quibdó, no departamento de Chocó, e nos povoados de Vidrí e Vegaez, nos limites entre os departamentos de Antioquia e Chocó, com o objetivo de dinamizar aproximações teóricas e vivenciais para se aproximar de uma compreensão das ocupações coletivas, vistas como um insumo para a paz. A proposta de compreensão se estrutura em torno de quatro categorias emergentes: sentido de dignidade e resistência, cultura, território, ideologia e fazer cooperativo. As ocupações coletivas são um processo que se vivencia e se dinamiza de forma particular em cada comunidade; podem surgir de múltiplas possibilidades e contribuem para a transformação social e para a construção da paz a partir do cotidiano.

Palavras-chave: redes comunitárias, pesquisa participativa baseada na comunidade, conflitos armados, Terapia Ocupacional

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

Introducción

La construcción de paz en Colombia requiere reflexiones situadas en contextos socioculturales y territoriales concretos, que permitan aportar a la implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado en el año 2016 entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). La producción académica alrededor de la violencia en el país y de cómo las comunidades han respondido a ella es abundante y recoge diferentes miradas disciplinares, así como marcos y modelos comprensivos; algunas resaltan la configuración de iniciativas colectivas de resistencia (Acosta-Oidor y Ortiz-Piedrahita, 2022; Cristancho, 2011; Fernández, 2012; Jimeno et al., 2011; Valenzuela, 2002; Zuleta, 1998).

Desde Terapia Ocupacional, se han realizado investigaciones, debates profesionales e intervenciones que buscan responder a los impactos del conflicto armado y la violencia en Colombia. A partir de estas aproximaciones, Duarte-Cuervo (2023) relaciona la responsabilidad ético-política que supone abordar desde la profesión estas problemáticas en las zonas más necesitadas y afectadas del país, con enfoques críticos y, en especial, para aportar a la construcción de paz.

Por otro lado, en la profesión se ha comenzado a explorar el concepto de ocupaciones colectivas, definidas por Ramugondo y Kronenberg (2015) como:

Aquellas ocupaciones que realizan individuos, grupos, comunidades o sociedades en contextos cotidianos; estas pueden reflejar una intención hacia la cohesión social o la disfunción, o hacia el avance o la aversión a un bien común. Las ocupaciones colectivas pueden tener consecuencias que benefician a algunas poblaciones y no a otras. (p. 10, traducción propia)

El estudio de las ocupaciones colectivas en Terapia Ocupacional es un campo emergente que se ha abordado desde diferentes perspectivas (Núñez et al., 2019, 2022; Palacios, 2017; Pino et al., 2015) y cobra una importancia crucial en el contexto del posacuerdo de paz en Colombia, principalmente por las características sociales que envuelve el conflicto y las posibilidades que supone comprender las dinámicas colectivas de los territorios.

A pesar de su importancia, en los antecedentes de este estudio no se identificaron investigaciones sobre las ocupaciones colectivas en el contexto del conflicto armado y el posacuerdo de paz, lo cual puede atribuirse a varios factores: un enfoque en las afectaciones individuales del conflicto que omite las dinámicas colectivas; las barreras geográficas y sociopolíticas que complican el acceso a estas comunidades; los riesgos de seguridad inherentes a regiones afectadas por conflictos armados y disputas por recursos naturales, y los desafíos en la implementación de los acuerdos de paz (Benavides, 2019; Moreno et al., 2019). Tales obstáculos pueden haber limitado la exploración de cómo las ocupaciones colectivas intervienen en la formación de lazos comunitarios.

Una de las regiones más afectadas por el conflicto armado es el Pacífico colombiano (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2021). Esta región abarca parte de los departamentos de Chocó, Cauca, Valle del Cauca, Nariño y Antioquia. Se trata de una zona rica en biodiversidad, con vastas selvas tropicales y abundantes fuentes hídricas. Su población es mayoritariamente afrocolombiana, indígena y mestiza, con numerosas tradiciones ancestrales e importantes luchas en defensa de su territorio. Allí los procesos de violencia han estado estrechamente vinculados a factores geográficos, culturales y políticos (Escobar y Pardo, 2004). Particularmente después de los años 2000, la presencia de grupos armados y las disputas por el acceso y el control de los recursos naturales propagaron el conflicto interno y el desplazamiento de comunidades locales (Escobar, 2014).

Reflejando un esfuerzo por contribuir a llenar el vacío en el estudio de las ocupaciones colectivas en los territorios más afectados por el conflicto armado en Colombia y por aportar al cuerpo de conocimiento en este campo, durante el segundo semestre de 2017, en el marco de la reciente firma del Acuerdo de Paz, realizamos el trabajo de grado de pregrado titulado “Ocupaciones colectivas como aporte para la paz: diálogo de saberes y haceres con comunidades del Pacífico colombiano” (Cetina et al., 2017), del cual se deriva este artículo. Su objetivo principal fue desarrollar una propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas, a partir de aproximaciones vivenciales a los saberes y experiencias que atesoran cuatro comunidades del Pacífico colombiano.

Metodología

Diseño del estudio

Para la construcción de la propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas, desarrollamos una investigación cualitativa con perspectiva crítica, del tipo investigación acción participativa (Melero, 2012), de manera que empleamos diferentes estrategias metodológicas y se combinaron múltiples métodos, materiales y perspectivas para lograr mayor alcance y profundidad en la aproximación al saber y la experiencia de las comunidades participantes (Denzin y Lincoln, citado por Valles, 1999). Esta se llevó a cabo en cuatro fases, durante los meses de agosto a noviembre de 2017 (tabla 1).

Participantes

La vinculación de las comunidades se llevó a cabo a través de la técnica de bola de nieve, a partir de los primeros contactos con el líder y la lideresa de La Unión de La Cascorva, quienes nos permitieron contactar a las demás comunidades, las cuales debían estar relacionadas con procesos de conflicto armado. De esta manera, se logró contar con la participación de setenta personas distribuidas en cuatro comunidades del Pacífico colombiano que se ubican en el departamento del Chocó y sus límites con Antioquia, quienes experimentaron situaciones de violencia y gestaron iniciativas ocupacionales colectivas. Estas son:

La Unión de La Cascorva: colectivo conformado en su mayoría por personas adultas mayores afrodescendientes, quienes viven en el barrio La Cascorva de Quibdó, capital del departamento de Chocó. Provenientes del Medio y Bajo Atrato, en el mismo departamento, comparten historias de desplazamiento forzado por el conflicto armado. Hace más de 21 años se organizaron para dar solución a su situación de desarraigo, construyendo el barrio que actualmente habitan y resistiéndose a situaciones como desalojos, discriminación, olvido del Estado, entre otras. Con este colectivo, realizamos nueve encuentros durante seis semanas de experiencia.

Pueblos en Movimiento: conformado por adolescentes afrodescendientes víctimas del conflicto armado, quienes habitan en el barrio Kennedy de Quibdó; este lugar es señalado por la violencia, la inseguridad y la venta y consumo de sustancias psicoactivas. A través del arte y de la apropiación de espacios públicos, buscan resignificar el territorio que habitan. Con este colectivo realizamos siete encuentros durante cuatro semanas de experiencia.

Comunidad Fariana del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Vidrí5: colectivo conformado por mujeres y hombres adultos excombatientes de las FARC-EP, quienes como parte del proceso de desmovilización y reincorporación a la sociedad civil, se agruparon en este espacio ubicado en límites entre los departamentos de Chocó y Antioquia. Narran su vinculación a esta organización como la única alternativa que tuvieron en su momento para transformar las realidades rurales de violencia y abandono estatal. Con esta comunidad, en su cotidianidad, convivimos durante dos semanas.

Organización de Mujeres Vegaez: colectivo conformado por mujeres afrodescendientes de diferentes edades, quienes habitan en este corregimiento ubicado al sur del municipio de Vigía del Fuerte, Antioquia. Ellas se organizaron para hacer visibles sus derechos por iniciativa de una profesora del colegio veredal y han logrado transformar imaginarios sociales en clave de igualdad de género. Se realizaron tres encuentros con este colectivo, durante dos semanas de experiencia.

Métodos

Se emplearon observación participante, entrevistas semiestructuradas y grupos focales. En cada uno de estos escenarios se realizó registro audiovisual, transcripción literal y construcción de diarios de campo para su posterior análisis.

Las entrevistas se realizaron a veinte personas de los cuatro colectivos. Se incluyeron preguntas sobre la relación individual con el conflicto armado, su historia y participación en la comunidad, los sentires y significados del hacer colectivo, entre otras. Se llevaron a cabo en espacios de la comunidad donde pudieran responder tranquilamente.

Realizamos cuatro grupos focales, uno por comunidad, con una participación total de 42 personas. Dentro de las preguntas que orientaron el diálogo se abordaron las concepciones ideológicas de la comunidad, las dinámicas de relacionamiento interno, las formas de ocuparse colectivamente y los significados que se les atribuyen, las relaciones entre el hacer colectivo y la construcción de paz, entre otras.

Los diarios de campo y transcripciones se analizaron con apoyo del software Nvivo 10 para Windows®; además, en conjunto con las comunidades se realizó un proceso de categorización abierta sobre las ocupaciones colectivas. Como parte del proceso analítico, las categorías que resultaron del ejercicio participativo se integraron en la propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas que se describe más adelante.

Tanto en el proceso de recolección como en el análisis de los datos participamos las dos investigadoras y el investigador.

Consideraciones éticas

Se contó con el consentimiento informado de cada una de las personas participantes de las cuatro comunidades, preservando la confidencialidad de su identidad, por lo que en la presentación de los relatos se utilizan pseudónimos que fueron acordados con ellas previamente; las personas participantes estuvieron de acuerdo en que se mencionaran los nombres reales de los colectivos. Además, previo a la publicación de resultados, se tuvieron espacios de socialización de las transcripciones realizadas y se llevó a cabo un proceso de análisis conjunto con cada comunidad sobre la interpretación del material recolectado, lo que permitió ajustar nuestros planteamientos. La investigación fue avalada por el Comité de Ética de Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, acta de evaluación n.º 016-241-17.

Propuesta de comprensión de las ocupaciones colectivas

Del análisis de las experiencias de ocupación colectiva de las comunidades participantes emergieron cinco categorías que interactúan: sentido de dignidad y resistencia, cultura, territorio, ideología y hacer cooperativo (figura 1). Estas categorías son una modelación que pretende facilitar la comprensión, de manera que no buscan ser mutuamente excluyentes y constantemente se observarán las intersecciones propias de las realidades sociales.

Sentido de dignidad y resistencia

Hace referencia al afrontamiento de realidades compartidas que resultan injustas e inequitativas, a través del hacer y la movilización conjunta para buscar alternativas, soluciones o transformaciones, bien sea para la misma comunidad o para otros. El sentido de dignidad y resistencia surge al ocuparse colectivamente y se ve reflejado en la intención de cambio y el querer superar las necesidades comunes, subcategorías que se describen a continuación.

Intención de cambio. Los colectivos –las personas que los configuran, así como sus familias y vecinos– comparten historias de sus territorios de origen que usualmente reflejan situaciones vividas y sentidas de injusticia, violencia, inseguridad, exclusión y falta de oportunidades socioeconómicas; como lo relata una participante:

Somos desplazados de varias partes; porque todos no venimos de un solo río o de un solo lugar; venimos de cada lugar. (Mercedes, actividad con el colectivo La Unión de la Cascorva, 19 de septiembre de 2017)

Ante el abandono del Estado, las personas hacen y se movilizan para buscar salidas, soluciones, alternativas y recursos. No se trata de un hacer individual, se hace con y para otros, lo que revela una postura política y crítica para afrontar la realidad y resistirse ante la injusticia y la desigualdad social. En el caso de la Unión de la Cascorva, la historia de violencia y desplazamiento les motivó a ocuparse juntos para superar la exclusión, como lo explica una participante:

Si alguien necesita algo, aquí estamos […]. Los desplazados somos desarraigados, pero estamos unidos, cogidos de la mano. (Martha, diario de campo, Colectivo La Unión de La Cascorva, 15 de agosto de 2017)

Querer superar las necesidades comunes. Las ocupaciones colectivas proveen capacidades para afrontar y dar solución a las necesidades cotidianas compartidas. De esta manera, aportan a la construcción de comunidades en sus formas de resolución y convivencia cotidiana, creando alternativas para mantenerse juntos en sus territorios. Por ejemplo, ante la escasez de recursos económicos, en Pueblos en Movimiento se ocupan con arte y ventas para reunir dinero año tras año y representar a su barrio en una comparsa. También se refleja en la forma que se describe en esta conversación:

Jesús responde: –eso se llama minga6. Frente a lo que la señora Aura aclara: –eso es cuando caemos todos juntos a trabajar; vamos a minguear esto. (Diario de campo, Colectivo La Unión de La Cascorva, 19 de septiembre de 2017)

Cultura

Entendida como “un todo complejo que comprende el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y las otras capacidades o hábitos adquiridos como parte de una sociedad” (Cuche, citado por Itoiz et al., 2010, p. 4), la cultura influencia las ocupaciones colectivas, dándoles identidad regional y diversificando las expresiones del hacer con otros. A su vez, las ocupaciones colectivas se convierten en un medio para mantener las expresiones culturales en lo material, lo intelectual, lo afectivo y lo espiritual que caracteriza a las comunidades. Además, existen costumbres compartidas que han sido construidas en la cotidianidad y que identifican a los colectivos. Así lo ilustra el relato de una participante, al referirse a su natal Chocó:

Es que uno no mueve sus fichas ahí callado, sino lo hace riendo, hablando, moviéndose, gozando, así es que se juega aquí. (Marina, diario de campo, Colectivo La Unión de La Cascorva, 20 de septiembre de 2017)

Las costumbres regionales y las costumbres colectivas son las dos subcategorías para abordar la cultura en esta propuesta.

Costumbres regionales. Se materializan en las formas de comunicación, de relación y de interacción de las y los participantes; en sus prácticas típicas culinarias, orales, folclóricas, artísticas, lúdicas, recreativas e incluso productivas y de participación social; así como en los rituales, las celebraciones y las festividades que se trasmiten de generación en generación. Estas costumbres son las formas distintivas de ocuparse de cada región. En la experiencia, nos mostraron los juegos de mesa del Chocó; los platos típicos del río Atrato; los alabaos, los chistes y los cuentos del Pacífico; el encuentro de las mujeres para lavar en los ríos; la chirimía y las comparsas de las fiestas; los consejos comunitarios de la comunidad afro, entre otras.

Costumbres colectivas. Las personas, al ocuparse colectivamente, logran moldear la cultura generando para sí costumbres que identifican al colectivo y que son diferentes a las ya establecidas regionalmente, ya sea creando música o danzas propias, formas de comunicarse entre ellas e, incluso, configurando las actividades y rutinas del día a día; es decir, logran crear formas distintivas de ocuparse en colectivo. Por ejemplo, las mujeres de Vegaez han ideado su forma de comunicación colectiva a través del sonido de la campana, que indica la invitación a reunirse en el salón comunal de su caserío.

Territorio

Las ocupaciones colectivas son posibilitadas por los territorios, los cuales se convierten es espacios cotidianos que permiten el reencuentro entre seres humanos y que se encuentran dotados de sentidos y significados (Palacios, 2017). Inicialmente, los territorios permitieron el encuentro de las y los participantes para unirse y ocuparse juntos. Actualmente, estos colectivos tienen espacios compartidos en donde prima el carácter común; allí pueden encontrarse, participar y ocuparse. Los lugares más importantes son, en su mayoría, públicos: las veredas o el barrio, el río, las calles, los salones comunales, las aulas y canchas, así como los hogares de algunas de las personas del colectivo. La cercanía les permite estar y compartir juntos cotidianamente, apropiarse del territorio, reclamarlo comunitariamente y resignificarlo; permanecer y sentirse parte de él. Incluso, allí materializan sus ideas de lo justo, la identidad y los derechos. Estos escenarios comunes, cambiantes y diversos son objeto de cuidado, arreglo o transformación, ya que expresan la forma, los intereses y los objetivos de cada ocupación colectiva. Esta diversidad permite que el colectivo cree su subjetividad e historia, como un territorio vivido en el que se construyen sentimientos como el orgullo o el temor.

Además, comprendimos que cuando las personas se ocupan colectivamente van convirtiendo su comunidad en un territorio en sí mismo; a través del encuentro, la reunión y los lazos emocionales que se tejen. Si bien los espacios tangibles para compartir pueden variar o desaparecer, lo indispensable para estas comunidades es conformar un escenario compartido y vivo, que no es algo diferente a estar y hacer con los demás, como lo ilustra el siguiente relato:

Luis nos dice: –hubieran llegado un poco antes nos hubieran hallado jugando; la lluvia nos hizo entrarnos–. Evaluando la situación, esperamos que ellos propusieran qué hacíamos. De repente, la señora Mercedes nos dijo: –pues nos vamos pa´ la casa de Pastor ¿allá ustedes no conocen?– Y expresó que podríamos llamarlo y que nos viéramos en un espacio que él tenía en su casa [...]. María se pregunta: –¿dónde hacemos las cosas juntos?, en la casa comunal que nos reunimos, otra casa– (refiriéndose a que era otro espacio cerrado en el que también como grupo compartían). También, cuando se trató de describir otro lugar de encuentro y de compartir, la señora Mercedes dijo: –“la casa de Mercedes, la casa de la reunión–. (Diario de campo, Colectivo La Unión de La Cascorva, 19 de septiembre de 2017)

Ideología

Esta categoría comprende las ideas y creencias compartidas que rigen, dinamizan y les dan sentido a las ocupaciones colectivas. Las comunidades, para ocuparse colectivamente, tienen en común concepciones particulares como la igualdad de género, la justicia social, lo público, la dignidad, entre otras. En coherencia, sus ocupaciones también se van oponiendo a lógicas individualistas, privilegiando una postura crítica que parte de la colectividad; de esta manera, tienen unas ideas sobre lo que su ocupación colectiva busca, acepta y rechaza, como se evidencia en el relato de Pedro:

En lo que yo estuve de lucha todo fue colectivo, nada fue individualmente: las tareas, los trabajos, todos fueron encaminados al colectivo y todo se hacía en colectivo. Unos hacían una actividad, se beneficiaban los otros; unos estaban haciendo otra actividad y así́ nos beneficiamos todos. Actualmente, la comida que llega aquí́ es colectiva y se divide para cada cual... como aquí estábamos enseñados a hacer todo en colectivo, si se acaba, se manda a traer más. (Pedro, actividad con la Comunidad Fariana del ETCR Vidrí, 11 octubre de 2017)

Los pensamientos compartidos sobre la vida y la realidad permiten a las y los participantes darle un sentido a ocuparse juntos, asignándole un horizonte de metas y deseos. Así, estos haceres con otros les permiten materializar en la cotidianidad los principios de la ideología.

Hacer cooperativo

Las comunidades nos enseñaron que todas las personas son valiosas, que atesoran saberes, haceres y habilidades que se reconocen fácilmente al ocuparse con otros, dinamizando el intercambio entre ellas. Cada cual aporta según sus posibilidades y capacidades, de manera que su participación y su contribución a un objetivo común son valoradas; por tanto, el beneficio privilegia lo colectivo. Para ello, crean formas de organización en las que distribuyen y coordinan roles y tareas gracias al sentido de responsabilidad, compromiso y disciplina que surge espontáneamente de su iniciativa y que aporta a otras formas de convivir en comunidad. Sienten que de esta manera el trabajo es posible de lograr, más fácil y rápido. Al alcanzarlo juntos, el logro y la satisfacción invade y permea la cotidianidad del colectivo, por la emoción y el orgullo que producen hacer con otros. En el Espacio Territorial de Vidrí, los viernes organizaban grupos para realizar tareas comunitarias, como rozar el monte, recoger el rastrojo o hacer reparaciones, como lo cuenta Juan:

Esto es como usted ver una cantidad de hormigas bajándole hojas al palo: unas van, otras vienen y todas llegan al mismo lugar, ¿cierto? Ellas trabajan en unión para llevar su comida allá, ¿cierto? Igual que nosotros, unidos jamás seremos vencidos. Entonces, esa es la fortaleza con la cual vemos que es la única garantía para seguir hacia el futuro. (Juan, actividad con la Comunidad Fariana del ETCR Vidrí, 11 octubre de 2017)

¿Qué surge de las ocupaciones colectivas?

La potencia de las ocupaciones colectivas no consiste solo en moldear comportamientos conjuntos y de la comunidad, sino que trasciende hacia las individualidades y subjetividades; por tanto, se convierten en un medio para transformar realidades sociales. A continuación, se expone cómo estas formas de hacer con otros aportan a los procesos de convivencia, desde la experiencia de las comunidades participantes.

Relaciones solidarias. Las comunidades muestran cómo, al ocuparse colectivamente, han fortalecido o aprendido relaciones solidarias, un tipo de ética liberadora. Nos asombró el privilegio que supone el otro y el ofrecimiento desinteresado de preocupación, apoyo, cuidado y ayuda mutua, no solamente en el hacer conjunto, sino en la cotidianidad de cada persona que hace parte de la comunidad. Por ejemplo, leer y escribir para las personas mayores que no pueden hacerlo, brindar la mano en el río Arquía7 a quien no sabe nadar o preocuparse por los vecinos y las vecinas o por la comunidad en general. No intentamos decir que todas y todos expresaron su solidaridad de una única forma o con la misma intensidad, pero sí que a través del tiempo, ocupándose juntos, han construido sus propias maneras de ser solidarios.

Sentido de identidad colectiva. Las personas participantes mencionaban frecuentemente con emoción: “hacemos”, “jugamos”, “bailamos”, “contamos”, y así con todo aquello en lo que se ocupaban juntas. De esta forma, comprendimos que son parte de y se identifican con su gente, con su comunidad y su hacer juntas. Este sentido de pertenencia colectiva no solo surge de compartir condiciones y pasados difíciles o culturas e ideologías, va más allá; es a través de hacer con otros donde se genera este proceso, se fortalece, se consolida. Esta identidad que surge de ocuparse colectivamente es un proceso que se convierte en potencia dinámica de cambio, de transformación, de vida, pero siempre con el otro, y que se expresa, por ejemplo, en dar nombre al colectivo, portar símbolos e insignias, tener elementos en común o comunicarse con palabras clave, pero también al preocuparse y sentir la inasistencia, la enfermedad, la felicidad y el dolor del otro con quien se ocupan.

Lazos de confianza. Por medio de las ocupaciones colectivas, las personas participantes han podido conocerse mucho más, pues han intercambiado sus historias de vida, sus decisiones y pensamientos, sus preocupaciones y emociones, al punto de construir lazos afectivos y generar sentimientos de seguridad, cariño y respeto por el otro que, finalmente, se han consolidado en amistades fuertes y duraderas que les motivaban a seguir ocupándose juntas.

Es tal la confianza que ha surgido, que en medio de las ocupaciones colectivas se hacen bromas y comentarios jocosos que los hacen reír. Incluso, se hacen llamados de atención o se le exige a quien dice o actúa de una forma que el colectivo no comparte, sin que se generen gestos o palabras ofensivas. Como en toda relación, en algunas oportunidades se dan conflictos, pero estos siempre se resuelven bajo el diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo.

Las ocupaciones colectivas en las comunidades

El hacer con otros es dinámico y, por tanto, se expresa de múltiples formas en cada colectivo, lo cual hace posible reconocer las principales fortalezas, en términos de las categorías, y así visibilizar su riqueza y diversidad. De igual manera, en las ocupaciones colectivas se pueden presentar desacuerdos y obstáculos que conlleven a tensiones; se entiende que los conflictos son inherentes a las relaciones humanas (Ayuntamiento de Vitoria-Gasteizko Udala, 2015). Por ende, aunque con esta investigación se resaltan los aspectos positivos y los aportes de las ocupaciones colectivas, no se pretende afirmar que son neutrales.

Para el caso de La Unión de La Cascorva, en sus ocupaciones colectivas se expresan con mayor fuerza algunas categorías. La cultura, al mantener en su tiempo libre costumbres como el dominó y la tradición oral. El territorio, al empoderarse de su barrio transformando el estigma que se ha construido alrededor de él y tejiendo en su lugar múltiples significados. Por último, sobresale la categoría de sentido de dignidad y resistencia, evocando las historias compartidas de unión y superación del desplazamiento forzado. Sin embargo, durante nuestra experiencia allí, algunas personas del colectivo no participaron de forma constante ni activa en las ocupaciones colectivas, lo que generó tensiones que se mediaron con apoyo de su líder y su lideresa.

Respecto a Pueblos en Movimiento, en sus ocupaciones colectivas sobresale la categoría cultura, a través de la música que tocan con la chirimía, los bailes, las comparsas y el deporte; el territorio, dado que estos haceres juntos les permiten apropiarse, identificarse con él y representarlo, y el hacer cooperativo, pues logran organizarse y distribuirse roles para recolectar recursos en sus iniciativas colectivas. Así lo muestra este relato:

Mientras nos desplazamos, surge una conversación entre ellos, ya que una persona del barrio los quería contratar para tocar en un cumpleaños el próximo domingo, mencionando que “una hora del toque vale cien mil, pero como son del barrio les hacemos un descuento de treinta”. (Diario de campo, Colectivo Pueblos en Movimiento, 3 de septiembre de 2017)

A pesar de ello, se identificaron problemáticas familiares y de desescolarización que afectaban a algunos integrantes y comprometían su participación en las ocupaciones colectivas.

Para la Comunidad Fariana del Espacio Territorial de Vidrí, las categorías más representativas en sus ocupaciones colectivas son la ideología, el sentido de dignidad y resistencia y el hacer cooperativo. La primera se expresa en la organización de las actividades cotidianas como comunidad; la segunda, al dar solución a necesidades comunes del colectivo y aportar a las situaciones de vulnerabilidad de otras comunidades a través de proyectos productivos de economía solidaria; el hacer cooperativo, dada su capacidad de organización, la distribución de roles y tareas de acuerdo con las habilidades y posibilidades de cada persona. Lo anterior se evidencia en el siguiente relato:

La base fundamental de la colectividad tiene que ver con eso, nuestra ideología la base fundamental es eso: el trabajo colectivo, mancomunado, de todos, todos trabajando para un mismo fin, para un mismo objetivo, que beneficie a todos. Mientras que en el capitalismo se enseña es el egoísmo, a superarse yo como persona y me importa un carajo el resto que viva como viva. (Pedro, actividad con la Comunidad Fariana del ETCR Vidrí, 14 octubre de 2017)

Sin embargo, encontramos que persisten relaciones y dinámicas de subordinación al interior del colectivo, así como menor participación de las mujeres en la toma de decisiones relacionadas con las ocupaciones colectivas.

Finalmente, para la Organización de Mujeres Vegaez, el territorio facilita los encuentros para ocuparse juntas y revela significados compartidos para ellas. Entre tanto, el sentido de dignidad y resistencia se expresa en la necesidad de visibilizar sus derechos como mujeres dentro del caserío y en su intención de aportar a la comunidad de Vegaez a partir de su trabajo comunitario, como lo muestra el relato de Amanda:

Y yo les dije, ¿por qué no creamos un grupo de mujeres? Por lo menos aquí hay algunas que tienen conocimiento de sastrería y ahí mismo que tienen el conocimiento le van enseñando a la otra y ahí nos vamos organizando. Pero de verdad empezamos, conseguimos dos máquinas […] ya algunas tienen ese conocimiento. Y ahí, bueno, empezamos como a conseguir fonditos. (Amanda, grupo focal, Organización Mujeres Vegaez, 8 de octubre de 2017)

Así mismo, la categoría de cultura se expresa en las tradiciones propias de la región al ocuparse juntas. Por otra parte, al igual que en La unión de La Cascorva, varias de sus integrantes no participaban en las ocupaciones colectivas de manera activa y constante.

Discusión

Luego de reconocer y aprender de las ocupaciones colectivas en clave de convivencia y construcción de paz a partir de experiencias situadas en el Pacífico colombiano, encontramos puntos de encuentro y también algunas divergencias con los planteamientos de algunas autoras y autores que han abordado las ocupaciones colectivas.

Así, Frank (2016), Kantartzis y Molineux (2017), Palacios(2017) y Whiteford (2007) refieren que la búsqueda de soluciones, las condiciones desafiantes y difíciles que enfrentan las personas, su capacidad de resiliencia o los entornos en donde las historias pasan por la injusticia, la pobreza o las violaciones de derechos humanos motivan a las personas a ocuparse colectivamente, con una intencionalidad hacia el bienestar comunitario y el beneficio mutuo (Adams y Casteleijn, 2014; Palacios, 2016; Palacios y Pino, 2016; Ramugondo y Kronenberg, 2015). En este estudio, lo anterior corresponde con el sentido de dignidad y resistencia, el cual involucra el reconocimiento de necesidades individuales y colectivas, así como la búsqueda conjunta de soluciones a las mismas.

Otros puntos en común se evidencian cuando las ocupaciones colectivas son reconocidas como procesos (Frank, 2016; Whiteford, 2007), los cuales pueden expresarse en una variedad de formas (Kantartzis y Molineux, 2017), en los contextos cotidianos de las comunidades (Guajardo et al., 2015; Palacios, 2017; Palacios y Pino, 2016) y donde las personas logran coordinar acciones (Bailliard, 2015). En la experiencia con los cuatro colectivos del Pacífico, esto se manifestó en el hacer cooperativo, una característica de armonización colectiva del hacer que es planeado y desarrollado colaborativamente.

En lo que respecta a la categoría cultura, su relevancia en las ocupaciones colectivas es reconocida por Guajardo et al. (2015) y Palacios y Pino (2016), lo que también ocurre con el territorio, pues como lo plantean Palacios (2016) y Kantartzis y Molineux (2017), el hacer con otros contribuye a que las comunidades se apropien de los espacios públicos, pero, además, a que configuren espacios vividos para el apoyo, la seguridad, la prosperidad y el compartir acciones para alcanzar lo que es importante para sus vidas. Sin embargo el territorio, para los colectivos que participaron en esta investigación, ha sido más que un espacio geográfico y compartido, pues es significado y es vivido a partir del encuentro de las personas al ocuparse juntas, convirtiéndose en un espacio de configuración dialógica entre lo colectivo y el hacer. Esto converge con la relación íntima entre cuerpo, territorio y resistencia que describen Salazar-Rendón y Castaño-Urdinola (2023) en el marco de experiencias colectivas en el Pacífico colombiano.

De igual forma, las ocupaciones colectivas posibilitan y generan dinámicas relacionales que contribuyen al tejido social y a la solidaridad (Kantartzis, 2016; Kantartzis y Molineux, 2017; Peralta-Catipon, 2009; Pérez, 2021), lo que en esta experiencia se traduce como lazos de convivencia para la paz y se relaciona con los hallazgos de otras investigaciones sobre construcción de paz territorial con comunidades colombianas, como la realizada por Salas et al. (2019) en tres municipios del Magdalena Medio afectados por el conflicto armado. Estos autores concluyen que “es mediante el ejercicio colectivo que [las comunidades] encuentran las herramientas y las estrategias para reconstruir el tejido social”, posibilitando aspectos como el “apoyo cooperativo, de cogestión y acción” (Salas et al., 2019, p. 332).

Consideramos también que las ocupaciones colectivas construyen una identidad social, un sentido de pertenencia y de comunidad (Guajardo et al., 2015; Motimele y Ramugondo, 2014; Palacios, 2016; Palacios, 2017; Pierote, 2016; Rodríguez y Toledo, 2014). Así mismo, ofrecen a las personas experiencias de confianza (Kantartzis, 2016; Peralta-Catipon, 2009) que son importantes para transformar las realidades sociales, dado que permiten conocer, respetar y aportar a los demás, como nos lo enseñaron las comunidades en Chocó y Antioquia.

Por otra parte, dado que el interés de esta investigación era aprender acerca de las ocupaciones colectivas como aporte para la paz en Colombia, tomamos distancia –sin dejar de reconocer su relevancia– de adelantos y propuestas en las que se plantea que, al ocuparse colectivamente, las personas pueden tender hacia la disfunción o la aversión y establecer relaciones de opresión o que generen incomodidad, malestar o alienación en otras comunidades (Émeric y Cantero, 2011, 2016; Frank, 2016; Guajardo et al., 2015; Kantartzis, 2016; Kantartzis y Molineux, 2017; Motimele y Ramugondo, 2014; Palacios, 2017; Rodríguez y Toledo, 2014), lo que puede traducirse en violencia, considerada por Motimele y Ramugondo (2014) como la ocupación colectiva que deshumaniza.

Al respecto, cabe resaltar que, a pesar de la perspectiva que asumimos, no desconocemos que en medio de las ocupaciones colectivas se puedan presentar conflictos y tensiones entre quienes las realizan. Esto permite evidenciar que las ocupaciones colectivas no son neutrales ni estáticas, pues pueden incluso perpetuar dinámicas de subordinación, como las señaladas en la comunidad fariana, donde se reproducían jerarquías de género frente a la toma de decisiones.

Otro aspecto por discutir es de qué manera en el ejercicio de la Terapia Ocupacional se logran utilizar las ocupaciones colectivas como medio de intervención o de acompañamiento a comunidades, ya que se propone como una forma de trabajar en los territorios del Sur desde una Terapia Ocupacional social (Guajardo et al., 2015; Kantartzis, 2016; Palacios y Pino, 2016; Ramugondo y Kronenberg, 2015). Frente a esto, consideramos que como profesionales podemos acompañar a las comunidades facilitando los encuentros entre personas, sus ocupaciones en común y las reflexiones colectivas sobre las realidades que enfrentan, dado que, como lo enseñan los colectivos del Pacífico, son ellas quienes tejen y configuran ocupaciones colectivas, no la institucionalidad o los actores externos.

Finalmente, esta investigación celebra que exista diversidad y pluralidad en la comprensión de las ocupaciones colectivas, ya que las propuestas citadas parten de experiencias y reflexiones situadas que no pueden simplemente extrapolarse a otros territorios. Queda pendiente abordar otras categorías que afloran en el rastreo de experiencias y publicaciones, entre ellas, la mutualidad, la conectividad o la ética propia de la filosofía africana Ubuntu (Adams y Casteleijn, 2014; Émeric y Cantero, 2016; Guajardo et al., 2015; Kantartzis, 2016; Ramugondo y Kronenberg, 2015), la reconstrucción ocupacional (Frank, 2016) y la intersubjetividad (Palacios y Pino, 2016).

Para quienes realizamos esta investigación, las ocupaciones colectivas implican un carácter político y una postura ética liberadora ante las realidades que viven las comunidades, lo cual favorece la transformación social, de manera que se convierten en una oportunidad de convivencia para la paz, desde la cotidianidad. Cuando las personas se ocupan colectivamente, caen barreras de desconfianza e inseguridad frente al otro; se piensa en los demás, se comparte e incluso se potencian los alcances de cada integrante que se asume como parte de un colectivo. En cada comunidad, en la colectividad, los pensamientos, creencias, sentimientos y acciones individuales, poco a poco, se van tensionando, reafirmando e incluso resignificando, al tiempo que las subjetividades potencializan el hacer con el otro.

Es de resaltar que la investigación acción participativa junto a la perspectiva crítica son una apuesta que nos permitió involucrarnos, reconocer y poner en juego saberes y haceres que han sido invisibilizados por la matriz académica moderna occidental. Por esta vía, pudimos privilegiar las voces de las comunidades, quienes propusieron, decidieron, enseñaron, reflexionaron y construyeron conocimiento contextualizado a partir de su experiencia, su cultura, sus tiempos y sus territorios; no solo para sí mismas, sino para otras comunidades.

Dentro de las limitaciones de esta investigación está el corto tiempo que tuvimos con cada comunidad, insuficiente para compenetrarnos con la cotidianidad y profundizar por esta vía en la comprensión de las ocupaciones colectivas. Sin embargo, consideramos relevante este proceso de reconocimiento y de construcción conjunta, teniendo en cuenta el aporte de comprensión situado que ha generado.

Conclusiones

Las ocupaciones colectivas emergen de posibilidades plurales que motivan a hacer con otros, porque se comparten situaciones de vulnerabilidad o necesidades, porque el territorio facilita los encuentros cotidianos, porque se tiene una ideología o, incluso, una cultura en común. Estas ocupaciones deben concebirse como procesos, dado que se van configurando a través de tiempos y espacios compartidos, y se dinamizan y vivencian en cada colectivo de manera particular, en medio de las experiencias tejidas entre las personas. Por tanto, no están predeterminadas o definidas por una forma específica de hacer con otros, sino que se manifiestan como un entramado de actividades y acciones en el que se revitalizan los saberes, las identidades, los territorios, las expresiones de afecto, las solidaridades, la cooperación, así como las intenciones en común.

Más allá de caer en la dicotomía individuo-colectividad, es relevante comprender las itinerancias que surgen entre estas esferas, que permiten a las personas ocuparse a través de múltiples dimensiones. Así mismo, creemos que pueden existir acumulados históricos que facilitan que algunas personas prefieran ocuparse juntas, estos acumulados incluirían la cultura de la región, sus creencias y sus experiencias previas.

Este campo de conocimiento, que ha sido poco explorado, posibilita otras formas de entender cómo las comunidades se ocupan y construyen colectivamente nuevas realidades. Por ende, es un reto para la Terapia Ocupacional visibilizar experiencias y saberes colectivos que han permanecido ocultos u olvidados, así como asumir posturas críticas que permitan construir conocimiento de forma conjunta con las comunidades. Esta forma de comprender las ocupaciones nos permitirá enfocar nuestro actuar de manera situada, así como contribuir a gestar otras maneras de hacer colectivo desde el trabajo comunitario.

Consideramos necesario que se sigan investigando las ocupaciones colectivas en otras regiones de Colombia, con el fin de reconocer otras maneras de hacer colectivo y así continuar enriqueciendo esta propuesta de comprensión. Es importante que tales acercamientos se asuman desde una postura intercultural y participativa, con acompañamientos más prolongados que permitan profundizar en las comprensiones y desafíen dinámicas académicas que restringen los tiempos del trabajo de campo. Además, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde que se realizó esta investigación, es necesario que en posteriores ejercicios se puedan actualizar los diálogos con el conocimiento profesional que se ha venido desarrollando en los últimos años.

Finalmente, invitamos a la comunidad de Terapia Ocupacional a fortalecer desde la academia perspectivas críticas de investigación que brinden herramientas para comprender la ocupación humana como realidad situada y diversa, especialmente en momentos históricos como el actual, en los que se requiere la convergencia de nuevas formas de relacionarnos y de construir conocimiento.

Agradecimientos: a los colectivos La Unión de La Cascorva, Pueblos en Movimiento, Comunidad Fariana del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Vidrí y Mujeres Vegaez, por los saberes que construyeron y transmitieron en esta investigación. A nuestra querida y eterna maestra Lida Otilia Pérez Acevedo, por su apoyo, acompañamiento y asesoría en esta maravillosa experiencia. A la Universidad Nacional de Colombia, por promover investigaciones cercanas a los territorios colombianos con miras a disminuir las brechas sociales y por la financiación de este estudio.

Financiación: Dirección de Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, convocatoria nacional de proyectos para el fortalecimiento de la investigación, creación e innovación de la Universidad Nacional de Colombia 2016 - 2018. Código proyecto Hermes 37605, año 2017.

Contribución en la autoría: Las dos autoras y el autor participaron en todas las fases del estudio, incluyendo el diseño, la recolección de datos, el análisis, la redacción y aprobación del artículo.

Tabla 1. Fases del proceso de investigación

Fuente: elaboración propia.

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

5. El espacio territorial de Vidrí fue eliminado de manera oficial, a partir del Decreto 982/ 2018, para dar paso a las denominadas nuevas áreas de reincorporación (NAR).

Fuente: elaboración propia.

Figura 1. Esquematización de las categorías dinámicas e interdependientes de las ocupaciones colectivas

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

6. Es una forma tradicional de trabajo en la que las personas intercambian ayuda sin que esté mediada por el dinero; es común en comunidades indígenas y campesinas.

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

7. El río Arquía está localizado entre las subregiones del Suroeste antioqueño y Alto Occidente caldense, que separa a los departamentos de Antioquia y Caldas.

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

Cetina Matallana, K. T., Rivera Caballero, C. J. y Rodríguez Sotelo, P. A.

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ReferencIAs